Sicarios de levita

Hoy es un nuevo amanecer en muchos sentidos, y es vital ir descubriendo y evidenciando a quienes se han tomado las entidades públicas, no solo para robar, sino también para dañar por encargo
La detención del contralor general del Estado es un capítulo más de lo que ha vivido el país en los últimos años. Como cualquier persona en su situación, tiene derecho a la presunción de inocencia, así como un juicio justo, y en el caso de que se demuestre haber cometido las incorrecciones de las que se lo acusa, responder por ellas. Parece mentira, pero ya estas cosas impresionan poco; sus titulares cubren pocos días los periódicos o simplemente van bajando la intensidad en la medida en que otras noticias van surgiendo.
La utilización de la función pública para obtener réditos económicos directos es posiblemente de lo que más ha salido en los medios de comunicación, pero no es de lo único que se valen los bribones para aprovecharse de las entidades públicas; hay también otro método. La utilización de las instituciones públicas para extorsionar, pagar favores a socios delincuentes, o simplemente amedrentar, ha sido y aún hay vestigios de que sigue siendo, uno de los intereses favoritos de los delincuentes de cuello blanco. En estos casos, ciertos funcionarios de baja ralea, gandules y pelafustanes, como hubiera dicho don Alberto Borges, han procurado amedrentar a funcionarios probos, utilizando la Contraloría en unos casos, otras entidades del Estado, y en algún momento a la Fiscalía. Estos pillos actúan como sicarios, con tarifas muy definidas para dañar por encargo. He visto casos de sinvergüenzas que cambiaron su nivel de vida más rápido de lo que cambia el clima en Quito, y van por la vida campantes. Y por otra parte, personas que dejaron la comodidad de la función privada, exigidos para hacer “una conscripción”, donde por su inexperiencia en la maraña pública o un mundo que está diseñado para que los pillos se escabullan, arruinaron sus vidas. Es por eso que muchas personas honestas no desean saber nada de la función pública, privándonos de gente honesta y de buena gestión.
Hoy es un nuevo amanecer en muchos sentidos, y es vital ir descubriendo y evidenciando a quienes se han tomado las entidades públicas, no solo para robar, sino también para dañar por encargo.