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La buena práctica

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En el ámbito profesional, la Legislatura hace algunos años creó la figura de la mala práctica médica.

La actividad humana debe ser desarrollada de manera que sea beneficiosa para la humanidad y provechosa para quien la ejecuta, dentro del marco del conocimiento y del accionar ético.

En el ámbito profesional, la Legislatura hace algunos años creó la figura de la mala práctica médica.

El espíritu para su creación por parte del legislador fue “proteger” la vida de la población ante la eventualidad de una atención o práctica negligente por parte de algún facultativo de la salud o de algún empírico carente de estudios que ponga en riesgo la vida de las personas; es así como dicho espíritu se plasma en el numeral 4 del artículo 146 del Código Integral Penal, al tratar del homicidio culposo por mala práctica profesional, al manifestar: “La persona que al infringir un deber objetivo de cuidado, en el ejercicio o práctica de su profesión, ocasione la muerte de otra, será sancionada con pena privativa de la libertad de uno a tres años… 4. Se analizará en cada caso la diligencia, el grado de formación profesional, las condiciones objetivas, la previsibilidad y evitabilidad del hecho”.

Si el espíritu de la creación de tal normativa fue el proteger a la sociedad del riesgo y consecuencias nefastas que le podría acarrear una mala práctica de la medicina, no existe mayor riesgo para una población y/o país que el mal ejercicio de sus políticos, en las diversas áreas que esto conlleva y sobre todo en la Legislatura. Ejemplo de mala práctica es la Asamblea ecuatoriana, conformada en su mayoría por iletrados que han dado la espalda al pueblo, por enfrascarse en una pugna inútil de poder entre las diversas bancadas y fuerzas políticas con el Ejecutivo. El resultado: leyes prodelincuencia, ciudadanía indefensa, fuerzas del orden inutilizadas; en resumen una sociedad caotizada por un puñado de inútiles, neófitos irresponsables.

La actividad política debería ser profesionalizada, exigir conocimiento especializado a más de comportamiento ético y probidad indiscutible en su ejercicio. Su ejercicio debería asimilarse y penalizarse al igual que el de la mala práctica profesional.