La seducción del poder
'Propongamos buscar nuevos perfiles, no contaminados, que representen nuestros valores'.
Asusta la velocidad con la que pasa el tiempo. ¿Se dieron cuenta de que ya se fue enero? No hemos ni terminado de evaluar el 2019, ni de planificar el 2020, pero enero ya se fue.
Tenemos solo once meses para cumplir nuestros propósitos, once meses para ser felices, once meses para amarnos más, once meses para hacer el bien, once meses para darles sentido a nuestras relaciones personales, once meses para ser agradecidos, once meses para asombrarnos a diario por la maravilla de un día más, once meses para darle gracias a aquel que es el arquitecto del universo.
¿Cómo no hacer un canto a la vida cuando vemos que en miles de millones de rocas que flotan en el universo, aún nadie nos ha podido comprobar que exista otra civilización similar a la nuestra?
Tengo un maravilloso cliente en laboratorios de la familia que me busca cuando estoy allí para acusarme de ser la causante de que, con mis columnas, él tenga la obligación de invertir en el diario. Es un personaje muy inteligente, muy ilustrado, muy escéptico; es un placer conversar con él en la tienda de la empresa.
En una de sus visitas me pidió que escriba sobre por qué casi todos los políticos se embelesan con el poder, y una vez que llegan allí no hay forma de hacerles notar la temporalidad de la función pública política. Un buen tema. Hoy ya vemos que varios expresidentes buscan con desafuero el llegar nuevamente a dirigir los destinos de la patria. Unos miden y no deciden, otros lanzan sus nombres como ensayos para medir la reacción, otros hacen alianzas insospechadas para llegar a arañar aunque sea una esquina de gobierno.
'... sobre por qué casi todos los políticos se embelesan con el poder, y una vez que llegan allí no hay forma de hacerles notar la temporalidad de la función pública política’.
Hay que reconocer que este problema también es cultural, pues el poder se practica con el culto a la personalidad, por lo que muchos políticos evaden la realidad con fantasiosas pretensiones y megalómanas ínfulas que reniegan de su temporalidad. Esta negación de los principios republicanos convierte al individuo en un adicto más del poder total. ¿Solución? Propongamos buscar nuevos perfiles, no contaminados, que representen nuestros valores.
¿Qué valores vas a defender tú?