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Un mundo incomprensible

Avatar del Juan Faidutti

La Organización Mundial de la Salud, cuyos integrantes principales deben su elección a China, decidieron viajar a la población donde se consideraba que había nacido el virus; fue solo un paseo. Los científicos que habían intervenido murieron o desaparecieron. Y ya vamos por la tercera vacuna; las anteriores necesitan refuerzos.

La Unión Europea ha dispuesto el uso del certificado de vacunación por lo menos nueve meses más, con la protesta de movimientos defensores de derechos humanos que lo consideran una barrera para movilizarse. Pero no nos sorprenda que más tarde salga una cuarta y una quinta dosis. Las grandes empresas farmacéuticas las venden a los países, ganando grandes fortunas. La OMS calla porque depende mucho de ellas.

Mientras el ciudadano común hace grandes esfuerzos para cumplir estas disposiciones, encerrados o sin poder asistir a reuniones, y la juventud sin poder contactarse, escuchando clases virtuales, hubo optimismo al pensar que los enfrentamientos entre países disminuirían notablemente.

Biden y Xi Jinping tuvieron una conversación, también virtualmente, acordando trabajar unidos para mejorar las condiciones del mundo. Mas las promesas se quedaron en eso. Taiwán anunció que la Fuerza Aérea China, con aviones cargados de material nuclear, invadió el espacio aéreo de su país. China insiste en que la isla es parte de su territorio y que en 2040 tomará posesión de ella. EE. UU., sin mantener relaciones diplomáticas con el imperio comunista, se comprometió a defender la independencia de Taiwán; le vende armas para que se prepare ante cualquier ataque.

Por otra parte, Biden declaró que la OTAN, de la que EE. UU. es miembro, procedería a defender a Ucrania si Putin manda sus tropas, como ya lo hizo con Crimea. Y el conflicto con Bielorrusia se pone más grave. No nos queda más que pensar que si se concretan estas amenazas, la guerra mundial podría empezar por esa zona.

Pero los enfrentamientos no solo son entre los grandes. Libia vive en permanente conflicto por sus gobiernos. Siria sigue con casi todo su territorio bombardeado y atacando a las pocas poblaciones que no se han querido someter al mandatario que, aunque convoque y gane elecciones fraudulentas, no se podría llamar presidente.

Y en nuestra Latinoamérica, ¿qué va a suceder con los cuatro períodos para los que se hace reelegir el mandatario de Nicaragua, acompañado de su cónyuge? ¿Y Venezuela, con el fiscal general de la Corte Penal Internacional investigando los crímenes de lesa humanidad que se cometen?

Parece que el mal ejemplo de Caín y Abel se ha impuesto en el mundo. O nos matan las enfermedades o nos matamos entre nosotros mismos.