Columnas

Características del nuevo ciclo progresista

La tendencia predominante actualmente en América Latina propende a la creación de un nuevo regionalismo, no basado en ideología sino en pragmáticos principios que beneficien a la región sin el hegemonismo de ningún país.

Frente a discursos elementales de analistas alineados ideológicamente y a la incomprensión que expresan de la coyuntura política regional, hay necesidad de profundizar más sobre el tema para que comprendan desde la Ciencia Política al nuevo ciclo político, destacando sus novedades o similitudes y sus perspectivas. No pueden repetir lo que dicen Steve Bannon o ‘think tank’, representantes de la iliberalidad. Las crisis provocadas por la recesión económica global y por la pandemia, como después la invasión del ultraconservador imperialista Putin a Ucrania, el aceleramiento de la inflación mundial y los altos precios de los combustibles condicionan y complican el escenario-mundo, lo que hace que este nuevo ciclo político progresista deba gobernar en un contexto generalizado de limitaciones económico-financieras y de polarización política y social. Los políticos progresistas, nuevos o reelectos, saben muy bien que en las actuales circunstancias necesitan otras prácticas políticas y recurrir a creativas propuestas programáticas. Por los cambios en el escenario mundial y nacional los nuevos mandatarios saben que no pueden gobernar de manera monocolor, sino que necesitan constituir alianzas que faciliten impulsar una gobernabilidad democrática, como lo ha hecho electoralmente Lula, o Boric tras el fracaso en la aprobación de la nueva Constitución. Programáticamente, saben que sus bases electorales están inconformes con la pobreza y desigualdades, tienen grandes expectativas con sus administraciones; están muy conscientes de la frustración colectiva ante el fallido ascenso social meritocrático de mercado de los Piñera, Bolsonaro o Duque. Estos mandatarios apuestan por preservar el marco constitucional vigente en sus países, apartarse del reeleccionismo y tener buenas relaciones con EE. UU. de Biden, y con un posible Trump que respete la soberanía de los Estados y no sea intervencionista. La tendencia predominante actualmente en América Latina propende a la creación de un nuevo regionalismo, no basado en ideología sino en pragmáticos principios que beneficien a la región sin el hegemonismo de ningún país.