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Hacia una gran minga nacional

Avatar del Francisco Huerta

Uno de los defectos mayores de quienes mantenemos columnas de opinión es el de especular sobre especulaciones. Creo también, reflexionando despacio, que ese defecto lo comparten igualmente los ecuatorianos en general y ahora, con el uso de los medios de comunicación electrónica, se lo siente desbordado. No cabe por tanto contribuir a la inundación del rumor. Por eso bien vale evadirse unos pocos días del comentario político, para evitar hacerlo sin fundamento real.

Por de pronto, el interés nacional sigue estando en la necesidad de forjar una gran unidad que ahora no existe. El Ecuador, a lo largo del tiempo y especialmente en estos últimos años, se ha venido convirtiendo en un conjunto de islas e islotes que, desgraciadamente, solo son eso: islas e islotes, ni siquiera constituyen un archipiélago. En efecto, y me ha tocado hacer el experimento, en muchas de las instituciones que podemos revisar, es fácil detectar los gérmenes de la división, manifestada como grupos de pensamiento sectario, que no tratan de armonizarlo con los otros que puedan existir, sino de hacerlo predominar.

Con el paso del tiempo, dichos grupos se van consolidando de manera irreconciliable con los otros existentes, de modo que solo queda su separación del conjunto, o por renuncia o por expulsión.

Dada la multiplicidad de las crisis que afectan al Ecuador, hoy más que nunca debería predominar un sentimiento de minga que supere sin negar las arraigadas dicotomías: público o privado; razón o emoción; ética religiosa o ética laica. Por el estilo, insisto en que más motivos para fragmentaciones -cualquiera que sea su naturaleza- ponen en alto riesgo el destino de una República que acaba de darle una gran lección al continente, respecto a cómo distintas versiones y visiones del ideal democrático pudieron amalgamarse para conseguir una gran victoria electoral.

Con el mismo ímpetu ahora, deberíamos mantenernos cohesionados en la construcción de un futuro cimentado en la voluntad de todos, porque se intenta que en él estén representados los intereses comunes.

Queda hecha la propuesta.