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Un elefante en la habitación

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La última decisión presidencial sobre liberalizar el uso de armas no es más que deslindar al Estado de la responsabilidad de seguridad

Hace veinte años se estrenó la película Elefante, basada en la matanza ocurrida en 1999 en la Escuela Secundaria de Columbine, Estados Unidos, cuando dos alumnos ingresaron armados y asesinaron a 12 estudiantes y a un profesor e hirieron a 27 más. El nombre de la película hacía referencia a la frase inglesa elephant in the room usada para significar que hay un gran problema sobre el que nadie quiere hablar. La masacre tuvo un enorme impacto sobre la opinión pública norteamericana alrededor del uso de armas por parte de civiles y el aumento de la seguridad en los centros escolares. Un año antes, Michael Moore había obtenido el Óscar a la mejor película documental por Bowling for Columbine, sobre ese mismo hecho.

El derecho de portar armas en Estados Unidos está garantizado por la Segunda Enmienda y consta también en las constituciones de México y Guatemala. En los demás países hay diversas políticas restrictivas sobre tenencia y porte de armas con penas sobre su uso no autorizado. En El Salvador, por ejemplo, se acaba de aumentar la sanción a 15 años de prisión por ese delito.

La última decisión presidencial sobre liberalizar el uso de armas no es más que deslindar al Estado de la responsabilidad de seguridad sobre los ciudadanos y trasladarles un deber que no les compete basado en una supuesta “guerra” entre estos y la delincuencia. Ni una sola propuesta se escuchó por parte del presidente de atacar a las causas que han hecho que vivamos en la situación en la que nos encontramos de miedo permanente y de incertidumbre hacia el futuro: marginalidad, pobreza extrema, desempleo, falta de oportunidades, desnutrición infantil, baja escolaridad, pésimo servicio de salud, desconfianza en el sistema judicial, entre otras. Al parecer, la tasa de 17 muertes violentas diarias, la extensión del control del país por mafias ligadas al narcotráfico, el cierre cada día de negocios aterrados por la exigencia de las vacunas, los secuestros, etc., son menos importantes que la reputación de la máxima autoridad del Ecuador. El elefante está en el país.