La crisis del futuro y el futuro de la crisis

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"Para Marc Auge, la crisis del futuro serán los escasos recursos naturales y su control, el movimiento humano, las finanzas y los virus".

Para el antropólogo francés Marc Auge, la humanidad busca en el futuro redención en todas sus facetas y progreso, pero también esta visión nos produce ansiedades y visiones apocalípticas. Estos pensamientos contrastan con la realidad de nuestro vivir de este siglo XXI en el sentido de que Auge lo ve como el siglo de los 100 años de crisis, y es cierto, la humanidad en la actualidad va de crisis en crisis.

Mientras esa humanidad, cada vez, transforma lo natural a lo mecánico, produce una dicotomía entre la naturaleza y la cultura. Estos dos escenarios son los grandes paradigmas actuales. La cultura responde a la forma en que vemos las cosas, la manera de alimentarnos, de movilizarnos y nuestras necesidades de confort e intelectuales. En este sentido Daniel Lieberman, decano de la facultad de Evolución Biológica de la Universidad de Harvard, nos dice así: “el concepto de evolución está formado por dos términos, la evolución biológica y la evolución cultural. La evolución cultural está cambiando nuestro cuerpos y hábitos”. Me refiero a confort en el consumismo o la creación de un imaginario de bienestar de utilidad y desuso.

Para Marc Auge, la crisis del futuro serán los escasos recursos naturales y su control, el movimiento humano, las finanzas y los virus.

En este modesto escrito solo trataré sobre los recursos naturales cada vez más escasos. Para él, la forma de relacionarnos entre los seres humanos está directamente relacionada con nuestro entorno. Así las distintas catástrofes ambientales, como VIH, ébola, coronavirus y otros muchos que vendrán, son el resultado de desbalances ecológicos, cambio climático y un planeta cada vez más estrecho.

Uno de esos impactos se relaciona con la salud pública y el desafío que presenta en el desarrollo de los virus que infectan a humanos y no humanos. ¿Pero qué ha pasado con nuestro medio ambiente, en especial los bosques tropicales y subtropicales, que son los filtros naturales de nuestro entorno y creadores de oxígeno, de la costa ecuatoriana y golfo de Guayaquil en los últimos siglos? Por razones económicas se desarrolló la industria del astillero en Guayaquil para hacer barcos de madera en su época colonial. Se utilizó el guayacán negro de la isla Puná para las bases de las rieles del ferrocarril de Eloy Alfaro; después vino el cacao, el arroz, el banano, el camarón, entre otros productos, todas actividades empresariales invasivas, plenamente justificadas, que han ido en detrimento de los bosques naturales que había y que hoy ya no existen.

Me pregunto si hay límites a nuestra depredación del medio ambiente. Pienso que no, porque nuestra cultura local está dirigida a lo económico y todo lo demás a la cola, en este caso el medio ambiente. Martin Heidegger, al respecto, nos dice así: “el hombre es lo que ha hecho”.

Según Auge, el futuro de la crisis será encontrar un equilibrio político y consenso socioambiental para evitar mayor deterioro del medio ambiente. Algo muy difícil de conseguir por las diferentes crisis e intereses de todo tipo que viven el Ecuador y el mundo en general. Pienso que Mark Auge no se equivocó.

Este escrito, a medida que pasen los días será olvidado y la gente seguirá en sus costumbres de siempre. Pero la naturaleza no olvida, y tarde o temprano nos va a pasar la factura por todos los atropellos que hemos cometido contra ella, si es que ya no comenzó a hacerlo.