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Carlos Andrés Vera: Servir

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Estoy convencido de que aporto más cuestionando y reflexionando

Un amigo que ha alcanzado una posición destacada en la política me dijo: “Tu problema es que solo opinas”. Lo mencionó en relación con una postura mía que no le agradó, insinuando que observar la política desde un espacio como este es una forma de cobardía, como si las opciones fueran involucrarse en la arena del poder o guardar silencio.

En cierta medida tiene razón. Aunque en algún momento me lo propusieron, nunca ingresé al servicio público porque no me interesa ni me apasiona. Pero su juicio también es injusto, porque la política no se limita al ámbito formal del poder. Ingresar al servicio público no es necesariamente sinónimo de servir a la gente, aunque debería.

Creo que uno debe actuar desde donde puede aportar a la sociedad y, al mismo tiempo, potenciar sus talentos. En mi caso, creo que se pueden diseñar sistemas de transformación desde el sector privado. Por otro lado, quienes eligen el servicio público deberían enfocar toda su energía y talentos en servir a la gente, en especial en países como el nuestro, donde acciones contundentes y bien encaminadas pueden generar cambios profundos. Por ejemplo: ¿es realmente tan difícil erradicar a las mafias de un hospital público? ¿Por qué algo tan específico parece casi imposible?

Quizá porque el problema de fondo es que la mayoría busca el poder como un fin en sí mismo. Esa falta de propósito ha mantenido a Ecuador atrapado durante casi dos décadas en una guerra entre una facción obsesionada con el poder y otra obsesionada con impedirle volver. Ninguno de los espectros está obsesionado con servir a la gente. En esa disputa, los más vulnerables son quienes pagan la mayor factura.

Mi amigo insistió: mi problema es que no me “mojo el poncho”. Él sí lo hizo, y la verdad es que no estamos en un mejor lugar. Gobernar no es lo mismo que servir. Servir exige preparación, conciencia y humildad. El beneficiario final debe ser la gente, no el ego. Si perdí el interés por esa dinámica no fue por comodidad o indiferencia, sino porque creo que la acción sin conciencia es inútil.

Estoy convencido de que aporto más cuestionando y reflexionando. No obstante, también tengo plena conciencia de que es necesario encontrar mecanismos más eficaces e ingeniosos para sumar, desde este lado de la orilla. Porque no solo quienes gobiernan, sino todos los que conformamos la sociedad, estamos llamados, de una u otra forma, a servir.