Viva la fiesta... y el COVID-19, también

La Constitución garantiza a los ciudadanos, entre otros derechos, el de la salud. Sin embargo, estos tienen deberes que cumplir, como acatar la Constitución, la ley y las decisiones legítimas de autoridad competente; colaborar en el mantenimiento de la paz y la seguridad y promover el bien común antes que el interés particular, pero no los cumplen. Vivimos en medio de una pandemia que, según los epidemiólogos, si no nos cuidamos, corremos el peligro de infectarnos. Por ello, a propósito del feriado de carnaval el COE Nacional, alertó a los ciudadanos a quedarse en casa, y si iban a salir de la ciudad, debían cumplir las normas de bioseguridad en todo o momento a fin de evitar contagiarse con el coronavirus. Muchos viajaron, en especial a las playas, a “descansar” o a “relajarse”, mientras otros lo hicieron hacia el interior del país con el mismo fin, con lo cual se reactivaba el turismo y consecuentemente la actividad económica tan venida a menos. Aunque se preveía la indisciplina ciudadana, por ser una actitud que “nos distingue”, al mismo tiempo se tenía la esperanza de que ante las muertes por COVID-19, habría un mejor comportamiento, pero este no se produjo; por el contrario, los balnearios de las provincias costeras reportaron una concentración masiva de ciudadanos festejando los carnavales en vía pública, particularmente en Salinas, Montañita, “calle 8” Guayaquil, Loja y otros lugares del país. Este comportamiento de los “fiesteros” ha sido repudiado por las autoridades sanitarias y del COE Nacional, y también por la ciudadanía que, preocupada por el contagio, rechazó la actitud de los bañistas o “viajeros” que olvidaron completamente la pandemia y dieron rienda suelta al festejo. Se los calificó de irresponsables, y otros más radicales expresaron: “Ojalá uno de ellos se infecte para que conozca a dónde lleva la irresponsabilidad e irrespeto a las disposiciones de las autoridades. La indiferencia al trabajo de los empleados de la salud, que ponen en riesgo sus vidas por salvar la de los pacientes y que temen un rebrote incontrolable de la pandemia, llena de impotencia ante tanta indisciplina de estos irreflexivos e inconsecuentes que ponen en peligro la salud y la vida de sus semejantes. Las autoridades encargadas del control de este problema de salud deben aplicar las sanciones que correspondan a los indisciplinados que se niegan a cumplir las disposiciones legales y reglamentarias. Es injusto que los que tratamos de cumplir o cumplimos las reglas de protección contra el virus, resultemos infectados por la actitud de estos perversos.

Ab. Oscar N. Solano P.

Machala - El Oro