Servicio actual de la Metrovía

Lamentablemente es el diario vivir de las personas que debemos de ocupar un servicio que antes era bueno y que hoy deja mucho que desear.

Nuevamente debo de referirme a los servicios diarios que ofrece la Metrovía: las pocas unidades disponibles que no están deterioradas por completo y que ofrecen este pésimo servicio. Recuerdo que cuando comenzó el servicio de norte a sur y viceversa, los choferes daban una cordial bienvenida al ingreso a la unidad al usuario, y luego cuando comenzaba el servicio el chofer decía: próxima parada... Pues ahora, ni lo uno ni lo otro. El chofer recordaba a los usuarios que los asientos amarillos eran solo para usuarios con discapacidad, tercera edad y mujeres embarazadas o con niños en brazos. Ahora gente joven mal educada y con vocabulario soez y chateando en sus celulares se sientan en estos puestos y no ceden el asiento a las personas antes mencionadas. Claro que no siempre pasa esto, pero de que pasa, pasa. Obviamente, el chofer de la unidad debería interponer sus buenos oficios para que las cosas no pasen a mayores, pero no lo hace. Ya dentro del vehículo es otra historia. El pasajero viaja como sardina en lata, principalmente a primera hora de la mañana. Las damas soportando el asedio del morboso que se pone a su lado, aparte de los ladrones, que buscan cualquier descuido para meter la mano al bolsillo. Antes, cuando comenzó el servicio, no se permitía el ingreso a vendedores; ahora hay vendedores que ofrecen desde caramelos, galletas, cables para celulares, charlatanes que dan una perorata única, que muchos se creen y les dan dinero. Lamentablemente es el diario vivir de las personas que debemos de ocupar un servicio que antes era bueno y que hoy deja mucho que desear.

Roberto Flores