Reto histórico

Ello merecería el apoyo financiero de los organismos multilaterales y cooperación internacional no reembolsable, etc.

Desde hace décadas, los movimientos indígenas aupados por seudodirigentes políticos efectúan protestas cada vez más violentas y destructivas, ocasionando pérdidas y deudas millonarias y la quiebra de productores grandes y pequeños. Los responsables (impunes hasta hoy) no conciben el real valor de lo que pierde el país, que ahondan su retraso, y que sumados a los millonarios atracos del correísmo, el imaginario colectivo -a la postre- los asimila como algo etéreo. En otras latitudes, con similares cifras se construyen perdurables megaobras que marcan el progreso. Estos nefastos eventos amenazan volverse cíclicos pero el impacto de los beneficios que alcanza el sector protagonista para supuestamente mejorar su realidad, se diluyen frente a las inmensas necesidades que se van acumulando y que no han sido atendidas íntegra y definitivamente por los gobiernos de turno. Por el bien del país, el gobierno -ya que no lo hicieron los anteriores- debería enfrentar y asumir el reto histórico de desarrollar una política de Estado (en el Plan de gobierno), orientada exclusivamente a solucionar -en plazo perentorio- las demandas que requiere el sector indígena y otros (minoritarios) que enfrentan las mismas urgencias: salubridad, educación, control de natalidad, agricultura sostenible y rentable, estrategias para inserción y convivencia con el resto de la población, etc. Ello merecería el apoyo financiero de los organismos multilaterales y cooperación internacional no reembolsable, etc.

Leonardo Cueva Piedra