De los personajes “de lujo”
Es impensable que gente pensante pueda confiar en gente de ese talante; quienes lo hacen tampoco son dignos de confianza
Un presidente que gobernó 10 años fue muy prolífico en alabanzas a sus subordinados, con calificativos exagerados, agradeciendo su sumisión y obediencia, no méritos probados. Alabó sin límites a una presidenta de la Asamblea que a duras penas alcanzó un bachillerato. Calificó de asambleísta de lujo a un abogado de muy poco alcance profesional, demostrado en sus argumentos pueriles para objetar la ley que permitiría al Estado recobrar dinero del erario público apropiado por delincuentes; y como contralor “de lujo” a quien mostró ser delincuente a carta cabal, con coimas y sobornos demostrados. ¿Se puede confiar en el criterio de quien ha mostrado poca capacidad de juicio para alabar personas? Con esa escasez de criterio escogió sus colaboradores en un gobierno que para no depender del “imperio” se entregó desvergonzadamente a otro imperio; que abrió las puertas al narcotráfico eliminando la base de Manta, parece que en complicidad con narcotraficantes; adquirió radares que no funcionaron y helicópteros con incumplimiento de especificaciones y deficiente calidad; construyó un terminal de gases sin dimensionamiento adecuado; contrató el aplanamiento de un terreno para construir una refinería que no tenía estudios completos; construyó centros de alto rendimiento y universidades sin planificación ni financiamiento, etc. Es impensable que gente pensante pueda confiar en gente de ese talante; quienes lo hacen tampoco son dignos de confianza.
Ing. José M. Jalil Haas