El país no aguanta más desequilibrios
Ecuador vive una crisis de credibilidad en la política, en sus instituciones y en los políticos. Las causas son múltiples. Dicha falta de credibilidad se asocia al doble discurso y falta de transparencia de la clase política sobre los verdaderos intereses que representa y la forma en cómo se negocian los intereses de ciertos grupos en el poder. La sospecha ciudadana es realmente alta de todo y de todos: asambleístas, gobierno, grupos gremiales, agrupaciones empresariales, grupos religiosos, medios de comunicación e incluso la academia. Existe un gran vacío social que limita la capacidad para llegar a acuerdos de mediano y largo plazo, pues se percibe que ninguno de estos grupos realmente nos representa a los ciudadanos.
Es hora de que el gobierno nacional y los sectores involucrados se sienten y remojen las barbas todos. Es necesario cambiar de actitud y modificar las formas de hacer las cosas en el país. Si seguimos de la misma forma y con los mismos mecanismos tendremos más de lo mismo. Urge una mesa de diálogo nacional amplia y representativa, no de comisiones de “notables”, ni de posibles “consejeros” frustrados. Tampoco de grupos reunidos a puerta cerrada y sin agenda. Ni de largas conversaciones sin resultados que beneficien al país. Sí una mesa nacional conducida con claridad política, que proponga verdaderos cambios en la institucionalidad y ajustes que corrijan con los graves desequilibrios a que hemos llegado por culpa de nuestra clase política. Para ello se requiere una mejora en la credibilidad de la administración del Estado. Ser un espacio abierto a la búsqueda de la verdad, la justicia y la equidad de los ecuatorianos. La tarea más significativa del presidente y su equipo de gobierno es recuperar la credibilidad y confianza de un pueblo noble que le sigue dando oportunidad de que termine el período para el que fue elegido.
Eco. Mario Vargas Ochoa