No hay mal que por bien no venga

Un viejo adagio popular dice: “No hay mal que por bien no venga”. Me parece una buena analogía en la escuela de la vida. Dios nos pone a prueba a todos para así ver nuestra reacción, obviamente no todos tienen esa actitud positiva después de las tribulaciones. Debemos tener paciencia y mucha sabiduría, y ponernos a prueba nosotros mismos para poder enfrentar los avatares de los discípulos de la vida.

No todo es felicidad, hacemos tormenta en un vaso de agua, nos acostumbramos a ser felices, reír, departir, pero no somos capaces de asumir lo malo con entereza y madurez: son pruebas que el destino nos pone para sacar provecho a las flaquezas.

El emperador romano Julio César le decía a su esposa Pompeya: “Hay que serlo y parecerlo”. Las vicisitudes nos enseñan la humildad, paciencia y muchas virtudes para enfrentar los ciclos de las páginas de la vida, lo que tiene que irse soltarlo, caso contrario se queda. Recuerde siempre, Dios puede y quiere ayudarte a superar tus debilidades, verá pasar tus pruebas; y te ayudará si lo pides con fe. Cada aprendizaje nos enseña a hacer más sólidos y capaces de enfrentarla para luego mofarnos de lo sucedido, y plasmar las anécdotas de nosotros los protagonistas.

Javier Valarezo Serrano