Guayaquil postergada: inaplazable desafío cívico
En las próximas elecciones demos nuestro voto para tener la ciudad en la que queremos vivir, o al menos nuestra descendencia. ¡Tengamos fe en que triunfará la sensatez!
Estamos en cuenta regresiva para elegir quién ocupará el sillón de Olmedo. Aproximadamente en tres meses estaremos eligiendo al sucesor de Cinthya Viteri o su reelección. Hoy más que nunca se hace fundamental no equivocarse. Existen varios elementos a considerar. Si faltara alguno, fracasará el proceso de renovación. La ciudad requiere un liderazgo honesto, con carisma y reconocidas virtudes cívicas, que represente una verdadera vocación de cambio y genere empatía con el Guayaquil de hoy. Un buen gestor de recursos, buen administrador de lo público. No es suficiente haber sido exitoso en el ámbito privado. Guayaquil no puede improvisar llevando a personas con afán político y personal. Un buen alcalde deberá liderar la recuperación de la ciudad con honestidad, capacidad, buen criterio, sensibilidad social, autoridad y visión para el progreso. Es imperativo que tenga respaldo de organizaciones políticas, sociales, gremiales. Este proceso electoral podría ser también la oportunidad de reivindicar la política. Requerirá grandeza, desprendimiento y generosidad sacar adelante nuestra postergada ciudad; una comunidad con alto porcentaje de pobreza y vulnerabilidad ante tanta violencia, delincuencia y criminalidad, alta tasa de desempleo e informalidad, polarización política y social deteriorada. En las próximas elecciones demos nuestro voto para tener la ciudad en la que queremos vivir, o al menos nuestra descendencia. ¡Tengamos fe en que triunfará la sensatez!
Ec. Mario Vargas Ochoa