Cartas de lectores | En nombre del orden

Entonces me pregunto, y les pregunto: ¿qué justicia estamos liderando cuando castigamos a todos por el error de algunos?

El poder no corrompe. El miedo corrompe, quizás el miedo a perder el poder”. John Steinbeck

Hace unos días mi hijo me compartió un hecho ocurrido en su colegio. Dos niños, en un acto de travesura, mojaron papel higiénico y lo lanzaron al baño de las niñas. A una de ellas le cayó el papel (previamente remojado en el inodoro) en la cabeza. Como medida disciplinaria, la dirección clausuró por completo el baño de los varones de sexto de básica. Todos los niños, culpables e inocentes por igual, quedaron sin acceso. Incluido mi hijo, que no tuvo parte en lo ocurrido.

Más allá de lo anecdótico, esta situación encendió una pregunta que no he podido soltar: ¿qué nos dice esta forma de castigar sobre cómo entendemos la autoridad? Vivimos en tiempos en los que ciertas decisiones autoritarias se presentan como fórmulas de control. Frente a un problema, se aplica una sanción general. No se distingue ni se dialoga. Se castiga a todos, como si el colectivo fuera una sola conciencia indivisible. Lo vemos en diversas dinámicas educativas, pero también lo vemos a escalas y consecuencias mucho más complejas, con normativas y discursos que juzgan a colectivos enteros por las faltas de unos cuantos.

El castigo colectivo es una estrategia tan antigua como el poder mismo. Tiene un aire de control inmediato y orden aparente. Pero a largo plazo, desde mi propia ignorancia pregunto: ¿qué deja? ¿Un aprendizaje real? ¿O una herida de injusticia acompañada de una desconfianza profunda en la autoridad y el sabor amargo de que la verdad y la responsabilidad han sido ignoradas? Liderar no debería ser un ejercicio de temor, sino de discernimiento. Y discernir implica observar, escuchar e identificar. Distinguir lo individual dentro del colectivo. Esta carta no pretende apuntar con el dedo, sino abrir una reflexión. Y, en lo posible, abrir una conversación honesta. Porque los niños aprenden a pensar desde lo que viven. Y los adultos también. Entonces me pregunto, y les pregunto: ¿qué tipo de justicia estamos liderando cuando castigamos a todos por el error de algunos?

Frances Swett