Cartas de lectores | La falta de comprensión de algunos políticos
No son confiables los líderes que creen tener siempre la razón
Escuchar al señor Correa decir (a propósito del enfrentamiento con la Sra. Aguiñaga) que “más vale un gramo de principios que una tonelada de trabajo” genera, al menos, desasosiego en la gente pensante. Primero, evidencia que no distingue entre principios y principios ideológicos. Los principios son valores menos mutables: un conjunto de normas generales y universales que guían la conducta dentro de un marco moral, cultural y social. Pueden adaptarse a situaciones distintas. Por el contrario, los principios ideológicos son ideas emitidas por personas en contextos particulares y, por eso mismo, susceptibles de variar con esos contextos.
Confundir ambas cosas y asumir como inamovibles los principios ideológicos es un despropósito. Sería como seguir vistiendo taparrabos porque alguna vez fueron la norma. La vida social es dinámica, y la mente humana busca mejorías; esta dinámica se refleja en las condiciones sociales de cada época y, en consecuencia, en la adaptación de principios ideológicos. La actividad política debe responder a las realidades del momento, sin una rigidez impropia de seres pensantes. Permanecer fiel, de manera insensata, a postulados que han fracasado en otros países -Venezuela, Cuba, Nicaragua- es inaceptable. Si sostener principios políticos obsoletos perjudica al pueblo, revela falta de sensibilidad social.
Otra tara perniciosa es pretender que todos piensen como el líder, quien se cree dueño de la verdad. Que el pensamiento colectivo deba reflejar el del líder es un desvarío propio de un ego desbordado. Toda agrupación política debe mostrar coherencia con lo que beneficia al pueblo, no incondicionalidad con un líder: eso no es mérito, es culto a la personalidad, una forma de endiosar a alguien y declararlo infalible, algo ajeno a la naturaleza humana.
No son confiables los líderes que creen tener siempre la razón.
José M. Jalil Haas