Atacar al mensajero: ¿aceptación de culpa?

Cuando alguien es atacado, la reacción lógica es la defensa. En seres inocentes, esta apunta a la demostración de inocencia. Cuando el acusado de corrupción reacciona desmesuradamente atacando a quien lo acusa, en lugar de esgrimir argumentos sólidos de su inocencia, surge la duda: ¿no puede demostrar su inocencia y trata de distraer la atención hacia fallas o defectos del acusador? En el caso Alex Saab, investigado por la Comisión de Fiscalización de la Asamblea, hemos visto reacciones furibundas de dos de los acusados, la senadora Piedad Córdoba de Colombia y Rafael Correa de Ecuador, realizando acusaciones contra el presidente de dicha comisión, buscan demandarlo o desprestigiarlo, pero en ninguno de los dos casos hemos visto algún argumento sólido, contundente, de inocencia. En el caso de Correa, asambleístas afines a él, miembros de esa Comisión se dedican, igualmente, a agredir al Sr. Villavicencio, sin esgrimir argumentos válidos que confirmen la inocencia de Correa. Los argumentos hasta ahora planteados por Villavicencio son claros, no dejan duda de, por lo menos, la complicidad de Correa. No conozco a los implicados, pero leo la prensa y puedo evaluar los argumentos, cuando los hay. La manifestación más clara de culpabilidad es atacar al mensajero, buscando desprestigiarlo para debilitar sus argumentos. No contradicen los argumentos del acusador con hechos, con solidez, como haría cualquier inocente que tuviera la información necesaria y suficiente, alguien que ha actuado decentemente. Quienes ataca a los que denuncian fortalecen las presunciones de su culpabilidad.

Ing. José M. Jalil Haas