Aceptemos o cambiemos: la viveza criolla

En la escuela y aún desde el hogar, debemos inculcar a nuestros hijos que copiar en exámenes es plagio, que copiar es engañarnos, es fortalecer la cultura aberrante del fracaso, la mentira y la falsa formación educacional

No es posible que ciertos postes de luz estén decorados con carteles que dicen se confeccionan tesis de grado, donde está la creatividad del joven profesional emprendedor que se satisface diciendo: yo hago lo que todo el mundo hace.

En las anteriores elecciones intervinieron miles de candidatos para las diferentes dignidades. La idea fue mejorar sus economías robando del erario nacional. Ciertos fiscales, jueces, policías, asambleístas, etc., han colapsado el aberrante extremo de la corrupción y la justicia lenta, quizás sometida a la política. Alguien dijo: viven en el país que se merecen. Es posible que en nuestro país no haya eficacia burocrática sino una verdadera degeneración moral deshumanizante, que nos vuelve bestias y que atenta contra nuestra dignidad. ¿Cómo es posible que existan seres humanos que se enriquecen con el dolor y las cenizas de los fallecidos por el COVID-19? En verdad esto es una gangrena que infecta nuestras estructuras humanas. Y salimos a las calles a protestar, a gritar, y no nos damos cuenta de que evadimos impuestos , lo cual es corrupción; sobornamos para no hacer fila; sobornamos a los vigilantes de tránsito para que no nos citen; se falsifican carnés de discapacitados y decimos que somos pilas al aplicar la viveza criolla. Los medios dicen que existe la otra pandemia natural que sí sabemos su origen y es la del robo descarado, desenfrenado, autodestructivo. ¿Y qué hacemos? Nos indignamos y, al mirarnos a un espejo observamos la cultura de la trampa, la mentira, donde todos somos cómplices culpables y a veces encubridores. Nuestra sociedad requiere urgentemente un cambio de valores morales-éticos, no solo de gobernantes sino también de gobernados. Mientras no tengamos esto, aceptemos lo que merecemos. Comencemos desde el hogar, con los niños y la juventud, esperanza de la patria, pero siempre con la ayuda de Dios. Aquí sí pega el Sí se puede.

Dr. Carlos Enrique Villao Orozco