Hay palabras que ayudan a inspirarse, otras sirven para instruir y otras para guiar. Pueden llegar como consejos de seres queridos o encontrarse en algún sabio libro. Y todo esto se reúne en las máximas. Aquellas frases que guardan un poderoso mensaje son las que están presentes por doquier en la vida de Vicente Negrete Alvear.

El arquitecto guayaquileño las vive y practica todos los días. Se hacen notar en su vocabulario y en su estudio. Decenas de ellas están escritas en letras negras sobre las paredes blancas que rodean el lugar donde lleva a cabo los proyectos que ocupan su día a día. Estas le recuerdan sus valores e ideales. Tanto a él como a su equipo.

“Somos distintos o somos extintos”, repite con seguridad en varias oportunidades durante la entrevista. Es bajo este precepto que ha hecho su andar, a su manera, pero con valores firmes. Sus más de 40 años de carrera están fuertemente cimentados, como las decenas de proyectos inmobiliarios que ha llevado a cabo.

Desde casas y construcciones únicas para vacaciones familiares, hasta centros comerciales, edificios, cines y templos. La emoción de crear algo nuevo desde cero es la llama que lo mantiene vivo, incluso en sus momentos de distracción.

Así como le motiva levantar construcciones de Lego, con el Taj Mahal como ejemplo, en su tiempo libre también busca en su cabeza inspiración para hacer que todo se sienta como nuevo. Renovarse está en su carácter, encontrando en la tecnología su mayor aliado.

Vicente Negrete tiene una vocación inquebrantable, la cual comparte también con su hija Karla Negrete León, quien dirige el área de diseño de interiores de la compañía.

VNA Profesionales Asociados existe desde hace 32 años. Por más de la mitad del tiempo que tiene la empresa lo ha acompañado su equipo de arquitectas Ivethee Rodríguez, Edna Avilés y Kennia Quinteros, quienes han demostrado capacidad técnica, honestidad, actitud de servicio y lealtad.

Para llegar a ese punto, revela a EXPRESIONES su secreto: él no ofrece servicios de construcción; ofrece algo que ninguna empresa es capaz de garantizar como él, como los suyos.

Para aquello muestra un brief ejecutivo que a simple vista podría contener un catálogo de las obras realizadas, sin embargo hay solo seis frases: Honestidad, Estabilidad a toda prueba, Soluciones a su medida, Agilidad, respaldo y seguridad en su inversión, Asesoría profesional personalizada y Tecnología de última generación. Esto es lo que ofrece VNA a sus clientes, quienes suelen convertirse en amigos con el pasar de los años, gracias a la confianza depositada en sus sueños.

“En la vida tengo más de qué agradecer que pedir”, reflexiona cuando repasa sus años de trabajo. Desde el tercer año de universidad, cuando estaba en sus 20, consolidó su visión en este rubro económico en la empresa Sistema de Construcciones. En los años ochenta levantó edificios emblemáticos de Guayaquil. “Ya había ganado prestigio y comenzaron a llegar trabajos en los que pude hacer realidad mi pasión, que siempre ha sido planificar, organizar y construir”, rememora.

Identificando sus fortalezas y virtudes, su trabajo actual es integral. Está representado en uno de los espacios de su estudio. “Mi trabajo es similar al de un director de orquesta. Ser el gerente de proyectos, un cargo que puede sonar un poco burocrático, pero es el que planifica, organiza y audita. Entonces, lo que se hace es integrar al eléctrico, al sanitario, el aire acondicionado, el sistema contra incendios, la mampostería, los acabados. Es como un concierto en el que hay que tener un gran tino para saber cuándo debe entrar uno, incluso frente a todos los retos que lleva cada obra”.

Guayaquil, Quito, Ambato y Manta son varias de las ciudades en las que las construcciones de VNA se levantan, algunas muy conocidas por los ecuatorianos, como los centros comerciales Paseo Shopping, Riocentro Ceibos y su interconexión peatonal, además del último gran complejo de Supercines, que cuenta con la mejor experiencia de cines, con tecnología de punta y la mejor gastronomía.

Los proyectos que ha sacado adelante se convierten en sus hijos, a los cuales ha tenido que aprender a soltar. Incluso admite que ha tomado terapia para aquello. “Yo me separo sentimentalmente de las obras, porque las comparo con tener un hijo. Uno las imagina, las ve crecer y cuando las termina debe entregarlas y aceptar que ya no son suyas”.

Por eso, cuando vuelve a ellas las disfruta y ve el rumbo que toman cuando se llenan de la vida para la que fueron pensadas. “Una gran idea se transforma en una gran obra solo cuando está bien construida”, afirma.

Es aquí cuando Vicente suelta la frase “Vivir la vida y vivir la arquitectura, dos aspectos que intento armonizar”, del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, a quien admira.

Sus futuros proyectos los tiene ya en ejecución. Muestra los planos sobre su mesa de trabajo, y sus ojos evidencian esa pasión y cuidado por los que todos sus clientes confían en él.

Créditos:

Fotos: Cortesía // Zaky Monroe (IG: @zaky.monroe).

Producción: Alejandra Cereceda (IG: @alecereceda83).