Es común observar a ciudadanos trotar a lo largo de la avenida 25 de Julio, cerca al Puerto Marítimo. Utilizando ropa deportiva, a diario realizan rutinas de ejercicios sobre las aceras y parterres centrales de esta transitada vía, sobre todo en horas de la mañana.

En el sur de Guayaquil podemos evidenciar con facilidad estos escenarios, por ejemplo, a lo largo de las calles Vicente Trujillo, Los Ríos o avenida Quito.

La falta de un gran espacio para el desarrollo de actividades deportivas y de ocio en el sur porteño, como sucede en el norte con el parque Samanes, es una necesidad que claman desde hace años quienes habitan en esta zona de la ciudad.

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Fabricio Domínguez vive en el barrio del Seguro. Aunque el parque Forestal se encuentra ubicado a seis cuadras de su domicilio, el no tener un sitio adecuado para trotar o practicar algún deporte lo frustra.

“Los parques más parecen plazas, con jueguitos para niños, pocos árboles. Por ejemplo, para ir a trotar debo avanzar hacia La Saiba y ver si es que el parque está abierto. Además, con el tema de la inseguridad, debemos estar atentos siempre a quienes llegan o merodean la zona en motos”, manifiesta.

Para Johnny Cóndor, arquitecto y planificador urbano, el número de parques ubicados en el sur de Guayaquil es insuficiente relacionando la densidad habitacional circundante.

“Las autoridades se han olvidado de la parte sur de Guayaquil, no le están dando la respectiva presencia. Si queremos desarrollar un parque natural sí tenemos cómo hacerlo, en el sector de la isla Trinitaria, en La Pradera, en Las Esclusas, hay predios abandonados que pueden ser utilizados”, explicó.

Javier Castillo, arquitecto e integrante de la fundación Bienvenido Guayaquil, analiza que al sur porteño le hace falta un gran espacio verde que concentre actividades deportivas y de recreación. “No hay como en Samanes esas áreas pasivas, es decir, áreas para poder caminar, para contemplación”.

Además, para el arquitecto, existen varias zonas del sur que están tugurizadas. Sin embargo, sugiere que mediante la aplicación de expropiaciones se puede comenzar a crear espacios de recreación.

“Sí es una problemática porque en el sur está consolidada la zona y habría que ver dónde se podría hacer algo similar a Samanes, o tratar de utilizar los pequeños espacios, pero dándoles un carácter más de árboles, más natural”, expuso Castillo.

Y le suma otro inconveniente: la inseguridad. “Antes las personas no iban a los parques porque estaban en mal estado, crecida la hierba o estaba sin luz, ahora se suma el dato de que nadie quiere salir porque uno no sabe qué se va a encontrar ahí, les pueden robar ahí afuera”, expresa el arquitecto.

Y agregó que los vecinos de cada zona deben vincularse con los parques cercanos a su sector. “Debe haber una forma en que ellos se conviertan en guardianes de que esto quede en óptimas condiciones. Esto también se ha perdido”, refiere.

Gabriel Armijos camina varias veces a la semana por la calle Eloy Alfaro, ya sea para comprar en un supermercado cercano a su vivienda o para tomar un bus de la Metrovía.

Comenta que extender el Malecón 2000 hacia el sur podría ser una alternativa como espacio de recreación e incluso turístico para esta zona porteña.

“Sería interesante tener un malecón en el sur, una zona para los peatones cerca al río, quizá un poco más amigable para los deportistas”, piensa Armijos.

Pero esta propuesta sigue generando diversas reacciones sobre su viabilidad.

Que se debe recuperar el río Guayas como movilidad alterna en la urbe, sugiere Cóndor.

“El río Guayas es nuestra presentación, es nuestra vida. Desde allí prácticamente se desarrolla el comercio y la historia de Guayaquil. Entonces también démosle la importancia necesaria, hay muchas áreas que están abandonadas desde la calle Gómez Rendón hacia la calle El Oro, muchas bodegas están abandonadas, muchos muelles quedaron como cementerios de barcos”, dijo el arquitecto.

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Pero para Castillo, la realización de un malecón hacia el sur implicaría la expropiación de varios predios de empresas que laboran en la zona.

“No es tan sencillo como decir ‘tumbemos todo y prologuemos un Malecón allá’ porque también acordémonos que esa parte es emblemática, ya que ahí todavía subsisten los astilleros”, manifestó el urbanista.

Un proyecto de esta naturaleza, agregó, debería repotenciar la zona e incluir a los astilleros.

Ya es hora de que en el sur se plasme un proyecto de integración de las áreas verdes.

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