¿Le ha pasado que cuando camina por el pasillo del supermercado en donde están los yogures, algunos de ellos indican que contienen probióticos y prebióticos? Para conocer cuáles son los beneficios de dichos componentes, en qué productos se hallan, y quiénes pueden consumirlos, conversamos con la nutricionista Ángela Dau, quien indica que las personas de todas las edades los deben incluir en su dieta. 

Probióticos

Son microorganismos vivos que al encontrarse en el tubo digestivo, mantienen y promueven el crecimiento de la flora intestinal. Permiten incrementar los niveles de inmunidad, reducir la intolerancia a la lactosa, combatir las alergias, mejorar la digestión y el control del peso; además de una mejor salud cardiovascular porque disminuyen el colesterol y los triglicéridos. 

Se encuentran en el yogur, leche materna y alimentos fermentados como el chucrut, kéfir, kimchi y kombucha. “Se recomienda ingerir diariamente de 10 a 15 millones de microorganismos por cada 100 mililitros. Cantidad que se obtiene al incorporar dos alimentos con probióticos cada día”, dice la experta.

Prebióticos

Son microorganismos con alto contenido de fibra y carbohidratos que permanecen activos en el intestino para estimular el crecimiento de las bacterias beneficiosas del colon. Al producir ácidos grasos, ayudan a que no se produzcan en el organismo bacterias dañinas como la salmonela. Según Dau, también disminuyen hasta un 35 % el riesgo de padecer diabetes tipo II porque ayudan a la absorción de minerales, calcio, hierro y magnesio. 

Los prebióticos están presentes en granos, leguminosas y cereales enteros. También son agregados de forma artificial en galletas, mermeladas y productos lácteos (lo óptimo es una porción al día); y se los puede encontrar en suplementos como jarabes o fórmulas lácteas (hasta 10 gramos, es decir, una cucharada aproximadamente). Si excede la cantidad recomendada, puede causar flatulencia o diarrea.