Vivir y morir en Marte: 5 consecuencias

Vivir y morir en Marte: 5 consecuencias

La vida en el Planeta Rojo no será fácil. Implica desde la reproducción hasta la religión.

La NASA no ha descubierto vida en Marte aún, pero nuevos resultados sugieren que, quizá, en algún momento de la historia del planeta, las condiciones fueron favorables.

Los científicos detrás de los experimentos del rover Curiosity informaron sobre el hallazgo de una materia orgánica que contiene carbono en rocas de 3.500 millones de años y diversos niveles de metano según la estación. Combinados estos resultados apuntan un pasado potencialmente habitable.

Sin embargo, si estas condiciones pudiera replicarse, la vida en el Planeta Rojo no se perfila nada fácil. Le contamos cinco posibles consecuencias de las que muy pocos hablan:

La hipogravedad

1.Desde su salida de la Tierra, los colonos marcianos no volverían a disfrutar de la gravedad terrestre. La gravedad de Marte es 0,38 veces la terrestre, lo que indica que los astronautas permanecerán en hipogravedad durante toda su misión, o durante toda su vida. Por tanto, la mayoría de los astronautas jamás se recuperarían a un estado de salud similar al anterior al viaje, y tendrían que adaptarse a nuevos parámetros.

Una maternidad radiactiva

2.Los investigadores también han averiguado que solo un viaje de seis meses hasta Marte haría que los astronautas recibieran dosis de radiación de 300 milisieverts, 15 veces más que el límite de radiación anual permitido para trabajadores de centrales nucleares. Los autores no conocen aún cómo estos factores afectarían al embarazo. Por esto insisten en la necesidad de hacer más investigaciones en el espacio, en la Estación Espacial Internacional, para analizar los efectos de estas adversidades sobre los embriones y las madres.

Pérdida de valores

3.Además de poner a prueba la biología, los investigadores creen que Marte pondrá a prueba las leyes y los principios morales terrestres. Allí, la dureza de las condiciones, el hecho de vivir en pequeñas colonias con un número limitado de compañeros y de hacerlo muy lejos de la Tierra, podrían cambiar los valores humanos. Creen que esto podría afectar a uno de los principios más fundamentales de la civilización occidental: el valor de la vida.

“Un ambiente hostil y con una población pequeña podría resultar en la elevación del valor del grupo sobre el valor del individuo”, escriben los autores. Esto, según sostienen, podría modificar la mentalidad en lo relacionado con el aborto (un niño con alguna discapacidad sería muy perjudicial para la colonia), la eutanasia de personas con enfermedades terminales o incluso en el sacrificio de personas por el bien de toda la comunidad.

Libertad sexual restringida

4.La práctica de asesoramiento genético, la selección cuidadosa de pareja o la restricción de derechos reproductivos podrían ser una estrategia necesaria para evitar la aparición de rasgos incompatibles con la vida en Marte. Esto, que indican que no debe confundirse con la eugenesia (la mejora de la calidad genética de la especie por medio de la reproducción selectiva), debe tener en cuenta sobre todo el valor del mestizaje y la importancia de impedir la consanguinidad.

Ideología marciana

5.Una educación marciana será fundamental para sortear problemas de convivencia. Según los expertos, una estrategia podría ser crear una religión marciana que dé sentido al hecho de vivir en Marte, promover la integración y la aceptación de la ciencia y la tecnología, potenciar el comportamiento altruista y conciliar los conceptos culturales y morales de astronautas de distintos orígenes. Las posibles desviaciones éticas de estos principios resultan espeluznantes.

Varios estudios han explicado que el tamaño mínimo de una colonia permanente está en los 500 individuos, para evitar los problemas de la consanguinidad. Otros piensan en la aparición de catástrofes o enfermedades, y sitúan esta cifra en un mínimo de 5.000 individuos.