Tuarez, un caso inaudito

El cura José Tuárez es un caso patético de lo insólita, ambigua y confusa que se ha tornado la política en la sociedad ecuatoriana. Tuárez es el presidente del (Cpccs ), dignidad a la que llegó en medio de grandes irregularidades que tienen perplejo al hombre común, sensato e inteligente de nuestro país, que no comprende cómo el cinismo, el desplante, la mentira pueden ser cartas de presentación para llegar “a las alturas” ... Por su manera de actuar, la Asamblea Nacional, de conformidad con el artículo 131 de la Constitución de la República lo va llevar a juicio político, para lo cual ya se recogieron 57 firmas de asambleístas de bancadas diferentes, CREO, PSC, SUMA, independientes, Alianza PAIS, con excepción de los pocos que aún quedan del llamado “correísmo”.

Las causas para ser llevado a este juicio político son varías: haber incumplido con el artículo 21 numeral 10 de la Ley Orgánica del Cpccs, que no permite que representantes de culto religioso alguno desempeñe funciones de consejero en este organismo. Y José Tuárez presentó su candidatura como cura exhibiendo el hábito de sacerdote, posiblemente con la idea obtusa que los ecuatorianos votarían por el “curita bueno...”. Sin embargo, en forma inexplicable afirmó que él no es sacerdote, por lo que no está inmerso en esta prohibición. ¡Cinismo o ingenuidad! Esta actitud de Tuárez es violatoria del artículo 2 numeral 2 de la ley antes citada, que garantiza el accionar sustentable en la razón libre de toda presión o influencia preconcebida y toda creencia confesional por parte del Estado y sus funcionarios. Además, por incumplir con el artículo 208 de la constitución de la República, que manda que el Cpccs investigue denuncias de corrupción. Y, como si esto no fuera suficiente, por el desplante que tuvo para con la Asamblea cuando al llegar a su seno nada le contestó, sino que se levantó y acordándose de que es cura, bendijo a los asambleístas y se fue con su música a otra parte... Este juicio político debe llevarse a cabo y culminar como lo ordena la Carta Magna: con la censura y destitución del cura Tuárez.