Los compañeros tóxicos arruinan el ambiente laboral de la empresa haciendo que su mala voluntad de trabajar influya en los empleados que sí quieren destacar en sus obligaciones.

Algunos tipos de companeros de trabajo toxicos que te ‘amargan’ la vida

Según los expertos, siempre va a existir esta clase de trabajadores, por lo que recomiendan no dejarse influir y avanzar con seguridad en su trabajo.

¿Se torna complicado el ambiente laboral con personas tóxicas? La respuesta que da el psicólogo organizacional Mauro Cabanilla es un rotundo SI, pero condicionado.

“Cuando hablamos de personas tóxicas sabemos que podemos apartarnos de ellas, con dificultad, pero podemos”, asegura. Pero en determinadas circunstancias hay que lidiar con este tipo de personas, tratar con ellas cada día, sin poder evitarlas, haciendo que el ambiente en el ‘camello’ se vuela hostil y nadie tenga ganas de laborar.

Además de ver a esa persona todos los días, se debe trabajar con ella, lograr un objetivo concreto entre ambos (o entre un grupo) y que resulte exitoso. “Esto puede parecer matador, pero podemos tratar con ello cuando se tiene la firmeza de lograr un fin”, dice Cabanilla.

Sin embargo, el psicólogo expresa que entre los compañeros con los que se trabaja, es posible también encontrar personas afines a uno; o simplemente aquellas que hacen su trabajo y dejan hacer el de otros donde es posible estar como ‘pez en el agua’. Todo se dificulta cuando los tóxicos empiezan a sacar ‘las garras’.

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“Es que resulta normal encontrarse con compañeros que pueden ser perjudiciales para el buen ambiente laboral, y que terminan siendo dañinos también para nuestra salud. Y que, además, podrían incluso afectar a nuestro rendimiento”, indica.

Básicamente, no es conveniente trabajar en un clima laboral donde se den estas situaciones, pero de todas maneras —dice— no queda de otra que trabajar con ellos. “Lo mejor sería saber identificarlos para tomar acciones oportunas”, aconseja.

CONOCIENDO A LOS ‘TÓXICOS’

El desganado

Son personas que demuestran sus pocas ganas de trabajar y se las transmiten al resto del equipo. “Siempre están cansados, han dormido muy mal o les duele la cabeza, pero siempre tienen un motivo para repartir los síntomas de la pereza en el ambiente”, indica Cabanilla.

Por su parte, Marianna Sandoval, doctora en Comunicación Organizacional y catedrática de la Universidad Laica, explica que este tipo de personas se molestan si algún compañero, e incluso el jefe, les requiere para alguna tarea.

“No le importa ni el trabajo ni sus compañeros. Es como que tiene un quemeimportismo hacia sus obligaciones laborales”, dice la especialista. Agrega que el trabajador tóxico hace lo “justito para salir del paso”, logrando que su actitud y su poca disponibilidad sean perjudiciales para el trabajo en grupo. Incluso —dice la experta— puede llegar a contagiar y, lo que es peor, a convencer a compañeros para que sigan su ritmo. Es decir, para trabajar lento, dañando la calidad del producto o servicio que la empresa ofrece.

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El criticón

Según Sandoval, este tipo de compañero tóxico es más común de lo que se cree. ¿Puedes identificarlo? Veamos.

El problema en el lugar de trabajo es que como este empleado nunca está satisfecho y nada le parece bien, puede llegar a bajar el ánimo y el optimismo del resto de sus compañeros.

“Se hable del tema que se hable, que esté relacionado con el trabajo, el criticón siempre va a exagerar y, por supuesto, siempre verá la parte más negativa de todo y siempre cree tener toda la razón. Esto hace que las personas sientan desgano y terminen criticando también la labor de los directivos”, señala.

Según la experiencia de Sandoval, estas personas suelen sacar a relucir los defectos de los demás, aunque generalmente lo hacen cuando no están presentes. “Es una estrategia de desprestigio hacia los compañeros que utilizan para camuflar su falta de seguridad en sí mismos y en la tarea que desempeñan”, sostiene.

Los chismosos

Son los encargados de hacer circular los rumores sobre la vida personal del resto. Acorde a los comentarios de Sandoval, aunque no tengan demasiados detalles sobre lo que cuentan, suelen rellenar los vacíos con informaciones inventadas.

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“Cuando obtienen algún chisme sobre los demás, corren a contarlo al primero que se encuentren por delante de manera casi impulsiva. Esto muchas veces pone en contra a trabajadores del mismo grupo”, afirma. Es decir, a la larga acaban contribuyendo a generar distintos bandos dentro de la empresa, para poder sentirse respaldados a la hora de criticar a los compañeros del otro “grupillo”.

“El ambiente laboral que generan es tremendamente negativo para el funcionamiento total de la empresa, pues generan un clima de desconfianza mutuo muy dañino”, sentencia Sandoval.

El cizañero

Son intrigantes de pasillo a los que les gusta provocar la discordia. Para Sandoval, son los típicos trabajadores que andan ‘apañando’ chismes con el afán de desacreditar a sus propios compañeros.

“Estos empleados practican el descrédito porque creen que con ello obtendrán algún rédito laboral. Ellos provocan un mal ambiente de trabajo y el enfrentamiento entre las personas”, apunta la experta.

Estos comentarios, según comenta la académica, generan un ambiente tóxico que no solo, intoxica al ‘big boss’, sino también echan a perder la “simiente de colaboración que debe presidir cualquier entorno laboral, envenenando la salud de la empresa”.

“Por eso debemos ser vigilantes para identificar y aislar al cizañero y cortar de pleno la ‘mala hierba’ para impedir el desarrollo de los comentarios malintencionados que amenazan, incluso, hasta las paredes de la organización”, recomienda.

SOBRELLEVANDO EL AMBIENTE ‘FEO’

Cabanilla y Sandoval coinciden en que, para empezar, no se debe entrar en el juego de los trabajadores tóxicos. La mejor opción —afirman— es no dejarse llevar por quien continuamente está molesto o quiere ser siempre el protagonista.

“Debemos aceptarlos. Concienciarnos de que no podemos hacer nada para que cambien y que nosotros no tenemos ninguna opción de evitarlos. Por lo tanto, hay que aceptar que son así pero sin que su comportamiento influya en nuestras labores”, insta Cabanilla.

Si te afecta de verdad y no puedes evitarlo, la psicóloga Sandoval advierte en que hay que reflexionar. “Piensa por qué te está afectando tanto, si debes permitir eso y qué debes cambiar”, dice. Además, la profesional aconseja en modificar tu punto de vista, tratar de verlo con humor y analizarlo como una enseñanza de lo que no tienes que hacer tú. ¡Eso te ayudará!

¿QUÉ DEBE HACER LA EMPRESA?

La ingeniera comercial Mirella Caiza Burbano, asistente de Recursos Humanos de Comsucre, dice que cuando se dan estas situaciones, la empresa debe intervenir desde el primer momento que observa un comportamiento inadecuado o un rendimiento bajo.

“Es preciso analizar la situación, dar a la persona una nueva oportunidad. Hay que hacer todo lo que esté en nuestra mano para reconducir la conducta tóxica del trabajador”, explica Caiza a EXTRA, ya que se trata de preparar al empleado para que sea capaz de hacer la autocrítica y al mismo tiempo de preparar al resto de los empleados para que sepan detectar a algún compañero tóxico.

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Además, la ingeniera menciona que por ningún motivo se debe perder de vista el proceso de reclutamiento y selección de personal, ya que es sumamente importante para “evitar que entren en la organización personas tóxicas e incompetentes”.

Un proceso de reclutamiento y selección mal llevado o llevado de manera urgente —dice la entendida— permite el ingreso de todo tipo de personas. Asimismo, advierte Caiza que resulta crucial no llevar adecuadamente el proceso de reclutamiento porque la empresa pierde mucho dinero y tiempo cuando entran personas —con estas características— a la organización.

RECOMENDACIONES

Acorde a los conocimientos de la experta, es necesario establecer un protocolo par identificar a posibles trabajadores tóxicos para no “frivolizar este tema porque requiere un estudio a fondo de las conductas”

“Otro punto es analizar el patrón de conductas que presentan desde el punto de vista de las características individuales y del rendimiento profesional”, aconseja la ingeniera. Por otras parte, afirma que este problema conductual se puede remediar mediante formación, dinámica de grupos. Así como cambios de puesto de trabajo, incluso, realizarle una entrevista para que mencione sus problemas.

“Si todas las vías posibles establecidos en el protocolo fracasan, entonces la única salida posible sería el despido. Un empleado tóxico es un mal ejemplo en la organización”, dice, ya que igual que en el caso de virus, la organización debe tratar de deshacerse de un empleado así para evitar que el daño se convierta en una situación irreversible.

A simple vista es difícil evitar a un compañero tóxico, pues tenemos que trabajar con él cada día. Por lo tanto, tenemos que estar mentalizados en realizar nuestro trabajo con todas las ganas posibles y evitar todo lo negativo que pueda haber a nuestro alrededor.

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