Elecciones. Alejandro Domínguez ocupaba el cargo interino en el organismo por Napout. Ayer en los sufragios fue respaldado.

Teletrabajo una herramienta de inclusion y productividad

Trabajar sin ir al trabajo. Estando en pantuflas en la sala de su casa o en cualquier ambiente, lejos de su oficina. Esa idea, que hace unos años podía sonar utópica en el mundo empresarial, hoy es una realidad con el teletrabajo, una modalidad de oferta de empleo que de a poco se consolida en América Latina, incluyendo Ecuador.

No existen cifras oficiales, pero expertos estiman que el 7 % de la población económicamente activa de la región estaría teletrabajando; es decir, usando herramientas tecnológicas que les permitan laborar lejos de la empresa, cumpliendo objetivos sin importar horarios.

Este sistema, que hace unos años era poco viable como modelo de contratación, toma fuerza. Es la herramienta de inclusión laboral que están empleando algunos gobiernos y una estrategia a nivel empresarial.

Sonia Boiarov, presidenta de la Academia Internacional de Teletrabajo, explica que fue en el 2008 el año en que se empezó a fomentar el teletrabajo en la región y fue su país, Argentina, uno de los primeros en acogerlo. “Ese fue el método que se halló para incluir laboralmente a más personas y tratar de retener a quienes empezaban a emigrar por causa de las crisis económicas”. Las condiciones, explica Boiarov, dieron pie a que el teletrabajo empezara aplicarse de manera informal y que posteriormente llegara a expandirse con el mayor acceso de las personas a ciertas tecnologías. Actualmente, dice, este sistema no se encasilla como un simple trabajo que depende del uso de la Internet, sino como todo un modelo de contratación que ya es normado por algunos países como Colombia, Perú, Brasil y Chile, y al que cada vez apuntan más empresas.

En Ecuador, algunas compañías buscan sumarse a esta tendencia, especialmente aquellas que trabajan en el sector de consumo masivo. Una de ellas es Kimberly Clark que desde marzo empezará a aplicar el teletrabajo para 45 colaboradores de Quito. “Hace dos años ya veníamos implementando esto una vez por mes, pero ahora lo aplicaremos al cien por ciento”, dice Alejandro Gutiérrez, gerente de Recursos Humanos de la firma multinacional.

La idea, aclara, es traer esta modalidad también a Guayaquil y lograr que al menos el 50 % de su plantilla (600 personas a nivel nacional) continúe trabajando para la empresa sin necesidad de acudir a ella.

El fin, explica, es facilitar y mejorar las condiciones de trabajo de los colaboradores, pero también mejorar sus niveles de productividad, algo que sin duda ayuda al desarrollo de la empresa. “Estudios que hemos recabado, con lo aplicado en países como Colombia, demuestran que las personas pueden llegar a ser hasta un 23 % más productivas”, asegura Gutiérrez.

Lenín Duque, experto laboral, explica que el Código de Trabajo de Ecuador aún no incluye un artículo específico sobre el teletrabajo; no obstante, aclara, eso no ha sido impedimento para empezar a aplicarlo. “Mientras cumplan con los requisitos de un contrato (la subordinación, la prestación del servicio y la remuneración), no hay problema”.

Sin embargo, Duque sostiene que la falta de ley impide un fomento de esta modalidad que, como en otros países, puede llegar a ser una fuente generadora de empleo. Esto, dice, también sirve de incentivo para las empresas, por la eliminación de ciertos costos como el alquiler de espacios físicos, mobiliarios, transporte, alimentación y otros servicios.

Boiarov concuerda con eso, pero añade también la necesidad de una mayor difusión del tema. Este modelo no será exitoso si de por medio no existe una cultura de confianza entre la empresa y el empleado. El teletrabajo no se rige por horarios pero sí por compromisos y cumplimiento de objetivos.