Accesorios. Fanny Inguillay muestra la variedad de diseños de la tagua en collares, ubicados en lo alto del local.

La tagua se la trabaja y exhibe en Guayaquil

Las artesanías trabajadas en tagua representan una de las valiosas y originales formas de manifestación de la habilidad de los pobladores de Manabí y otros sectores de nuestro Litoral.

Las artesanías trabajadas en tagua representan una de las valiosas y originales formas de manifestación de la habilidad de los pobladores de Manabí y otros sectores de nuestro Litoral.

Desde Sosote, una comunidad ubicada a 10 minutos de Portoviejo, es llevada a otras localidades cercanas donde también trabajan con esta materia prima proveniente de la naturaleza, es un poblado dedicado, entre otras cosas, al proceso y elaboración de la tagua.

Sosote es un pueblo cuya población subsiste de varias actividades; el comercio, la agricultura, ganadería y gastronomía, un 30 % de los habitantes se dedican íntegramente al tallado y labrado del marfil vegetal.

Pilar Quisti, habitante del pueblo mencionado, se dedica a la producción y diseño de artesanías elaboradas con el marfil vegetal junto a su familia, crea figuras como collares, adornos, juegos de ajedrez, rosarios, cruces, ángeles, etc.

“Antes tenía personal de trabajo a quienes les pagaba un sueldo, pero después del terremoto mi almacén se vino abajo, ahora tengo esparcidas en varios lugares las maquinarias”, manifestó Quisti. Su local queda junto a una vía que está siendo reparada tras el sismo.

Sus artesanías son comercializadas a nivel nacional e internacional, pues una parte de sus manualidades son exportadas.

Una de sus clientas, Sandra Torson, una guayaquileña que vive en Estados Unidos, logró un permiso de exhibición en ferias que venden productos ecuatorianos en el extranjero.

El porcentaje que envía por cliente al exterior es de 50 a 80 kilos de material a cada uno.

Otros de los artesanos del pueblo, que trabaja con la tagua, es Oliver Ruiz; desarrolla un proceso similar al de los demás. Viaja constantemente a Guayaquil, Atacames y Tonsupa a comercializar sus manualidades, reconoce una baja significativa en los pedidos por el pánico causado con la repetición de sismos que se dan al norte del país. El producto lo entrega por lotes de $ 25,oo.

Algunos dueños de locales prefieren comprar la tagua sin diseñar, es el caso de Graciela Ruiz, una de las clientas a quien Quisti entrega el producto prediseñado, ella le da valor agregado, realiza variedades de modelos de collares combinados con otros materiales como plata y oro, entre otros.

Los proveedores la visitan cada sábado en su local, ubicado en el Mercado Artesanal Guayaquil. (F)

Turistas prefieren lo ecuatoriano

“Hay personas que no saben que en Guayaquil existen estas maravillas de accesorios; mientras que el extranjero que visita nuestro país sí valora lo nuestro”, dijo Graciela Ruiz, artesana.

El largo proceso del material

En el mencionado poblado, las familias realizan el proceso del producto; cogen la pepa de la tagua si son pulseras las cortan para sacar las tajadas, pistillos, etc., dependiendo del modelo; luego la ponen en una máquina que la lija durante todo el día, previo el pintado, se separa para darle los colores que se van a usar, eso le añade tiempo de demora dependiendo del color; el turquesa y el rojo demoran hasta hora y media. Las piezas se colocan en una olla con agua a la que se agrega un tinte especial y se lo hace hervir, después se le pone un fijador. Se deja secar un día, se perfora y pule para darle el brillo.