
Los salasakas dan fe de sus sitios sagrados
Desde hace 25 años el pueblo Salasaka identificó y recuperó sus ‘cerros sagrados’. En cada uno de ellos se realizan rituales según las necesidades: para la sanación de los enfermos, por la prosperidad, matrimonios y por sabiduría para aprender a tejer los tapices e interpretar música tradicional.
En la parroquia indígena perteneciente al cantón Pelileo, en Tungurahua, tratan de conservar sus raíces y transmitirlas a través de las generaciones. Salasaka está a 30 minutos de Ambato, un pueblo descendiente de Bolivia que llegó por el año 1400, antes de la “conquista española”.
Rufino Masaquiza es el historiador de la cultura y fue quien investigó sobre las raíces del pueblo al que pertenece. Dice que para recopilar toda la información viajó a Bolivia, revisó, leyó y releyó un “montón de documentos” y pasó largas horas dialogando con los ancianos de la comunidad.
Después de adquirir todo ese conocimiento sobre su pueblo, él lo difunde ahora entre los habitantes y los turistas que lo visitan.
Verónica Sánchez, quien llegó desde San Joaquín de Chile, fue una de las visitantes a las que enseñó acerca del pueblo Salasaka. La turista quedó satisfecha, pues asegura que siempre que recorre algún país le gusta conocer la historia de sus pueblos andinos, que se recupera mediante la investigación.
Uno de los sitios sagrados está en la comunidad de Guasalata, en el nororiente del pueblo dividido por la vía Ambato-Baños. Allí sobresale una piedra gigante que tiene forma de cráneo. En ese lugar se realizaban rituales para alcanzar la sabiduría de los chamanes. “Ellos venían acá para invocar a los dioses y tenían éxito. También en la sanación de los enfermos. Otros lugares son Cruzpamba o Chacanapamba, Quinllurko (Cerro Protector), Cruz de Nitón y la Cascada Sagrada, donde los ancestros se bañaban para purificar su cuerpo y mente”.
En Chacanapamba, al costado oriental de Salasaka, se construyó la cruz denominada chacana andina. En los cuatro puntos cardinales están las fuentes que representan el fuego, el agua, el aire y la Pachamama (madre tierra). (F)
Desde hace 25 años el pueblo Salasaka identificó y recuperó sus ‘cerros sagrados’. En cada uno de ellos se realizan rituales según las necesidades: para la sanación de los enfermos, por la prosperidad, matrimonios y por sabiduría para aprender a tejer los tapices e interpretar música tradicional.
En la parroquia indígena perteneciente al cantón Pelileo, en Tungurahua, tratan de conservar sus raíces y transmitirlas a través de las generaciones. Salasaka está a 30 minutos de Ambato, un pueblo descendiente de Bolivia que llegó por el año 1400, antes de la “conquista española”.