Los roles de la oposicion
El presidente Moreno ha planteado en múltiples oportunidades que la crítica es una contribución “sine qua non” al buen gobierno y que se necesita la colaboración de todos en el combate que desea emprender contra la corrupción.
Es evidente que, siendo este arraigado y difundido mal un azote que liquida a los países, atentando no solo contra su patrimonio sino, sobre todo, contra su ética, generando profunda desconfianza y pérdida de la autoestima nacional, se requiere un esfuerzo concertado si se desea lograr éxito cuando se tiene la pretensión de erradicarlo, al menos de atenuarlo, volviéndolo excepcional y no, como hasta ahora, cotidiano.
Lamentablemente, ese afán se desestimula al observar, dando lugar a una íntima mezcla de tristeza e indignación, que las cosas no han cambiado tanto como se proclama y se desea, y que las prácticas destinadas a solapar la corrupción siguen plenamente vigentes en la mayoría que gobierna la Asamblea Legislativa.
Lo que es peor, son múltiples las manifestaciones de que el gran causante de muchos de los males que hoy afloran en toda su trágica magnitud, sigue prevaleciendo en la toma de decisiones fundamentales que permitirían recuperar la moral pública, tan venida a menos en los días que corren.
Así, el esfuerzo por tratar de superar la honda crisis económica se pierde por falta de certeza en el porvenir. La incertidumbre hace que renazca una lógica desconfianza que no se ha ausentado del todo y se sigue dilatando el trabajo en común, al tiempo que los corruptos se vanaglorian de tener todavía la impunidad garantizada.
Mientras tanto, pasan los días al ritmo de toda suerte de conjeturas que pretenden mantener viva la esperanza de que las cosas van cambiando, no solo en las formas sino también en lo de fondo.
En ese panorama, entre los roles de la oposición deben estar presentes no únicamente el permanente discurso crítico, que hasta el momento el Gobierno dice apreciar, sino también una alta prolijidad en las acciones que, superando los denominados actos de habla, den paso a meditadas propuestas legislativas atinentes al imprescindible rol de fiscalización y control político.
Siendo evidente que lo últimamente cumplido ha generado una profunda frustración ciudadana, cabe tener confianza en que ello servirá de lección hacia el futuro.