La figura del vicepresidente cada vez importa menos. No solo en Ecuador, sino a nivel internacional. Por una sencilla razón: es atemporal. En el siglo XVIII, en épocas de revolución, plagas, y magnicidios era necesario saber quién iba a reemplazar al Primer Mandatario de la Nación. Hoy es cada vez menos útil. 

En nuestro país, solo volvió a ser visible, en la discusión de la muerte cruzada; cuando aún podía ser sucesor. Por este motivo, es que hay tendencias de comportamiento sobre qué hacer con el segundo al mando:

Primero: es un compañero de fórmula comunicacional, especialmente en campaña. Y debería ser un complemento. El ejemplo más claro es el de Joe Biden: un hombre blanco y mayor que eligió como vicepresidenta a Kamala Harris; una mujer afroamericana (hija de migrante india también), joven. Es evidente que con su nominación esperaba tener una candidatura más abarcativa.

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Segundo: se les designa una tarea en concreto. Una bandera o una causa para que puedan mostrar gestión y no solo estar sentados en la banca.

Volviendo al primer punto, bajo ese criterio se debería escoger a quién podría en algún momento ser un reemplazo.

En estas elecciones atípicas se entiende que no se haya podido establecer la estrategia y encontrar a alguien que llenara los criterios. Después de todo, no se estaba claro en el perfil de lo que el candidato a la presidencia iba a proyectar, como para buscar su 'complemento'.

Igual, a pesar de esto, pudieron haber realizado un análisis más a fondo, para ver con mayor claridad las banderas rojas que traían a su campaña.

Empecemos con Andrés Araúz.

Su declaración lapidaria fue la ecuadolarización. Claro que no lo dijo en campaña, pero lo dijo e internet tiene memoria. Pronunció esa palabra y empezó el declive del correísmo en votos. ¿Por qué? Según las últimas encuestas menos del 7 % del país estaría de acuerdo con la eliminación del dólar.

¿A quiénes espanta? A más de un grupo objetivo. La palabra desdolarizar en nuestro país cruza fronteras.

¿Qué tanto daño le ha hecho? En su momento, bastante. Y es una sombra que va a acompañar por el resto de la campaña.

Pero ¿la gestión de crisis del correísmo? 10/10. Lo redujeron a la mínima expresión. A entrevistas solo en medios afines y a una estrategia digital de retuits, sin textos originales.

Verónica Abad, podría convertirse en lo que Araúz fue en primera, en esta segunda vuelta.

Al punto de que sus comentarios se pueden dividir en categorías.

En la categoría que aleja al voto feminista, entran: que una mujer que es madre no puede pretender ganar lo mismo que un hombre, que la causa feminista solo busca plata, y tercero que por sus ideas marxistas van en contra de la estética.

En la categoría regresión de derechos entran: el gobierno no debería dar educación ni salud gratuita. Aleja a los grupos más vulnerables del Ecuador.

Con esto, se pone en bandeja de plata para el ataque correísta. Y vuelve la candidatura de Daniel Noboa en una más politizada.

¿Qué tanto daño le ha hecho? Podremos cuantificarlo en la siguiente medición de intención de voto a Daniel Noboa.

En estas elecciones fue difícil, sino imposible, la labor de encontrar a alguien que sume. Con que no restara pudo haber sido suficiente.

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