Punta de iceberg
La remoción de sedimentos en el acceso al Puerto de Guayaquil ha hecho aflorar todos los desperdicios -en su mayoría plásticos- que por décadas se han venido escondiendo debajo de la alfombra. Desechos provenientes de sitios lejanos como Pichincha, junto con los de poblaciones de otras siete provincias, que por no tener relleno sanitario ni ningún tipo de procesamiento de residuos, terminan en los ríos debido a su mal manejo, y llegan finalmente al golfo, donde según expertos, probablemente por efecto de corrientes oceánicas se depositan en las playas de Puná. Este lamentable descubrimiento deja al descubierto la ineficiencia de instituciones y gobiernos seccionales, la inexistencia de políticas nacionales eficaces que promuevan la conservación del medioambiente y de leyes que sancionen su afectación, así como la falta de educación de la población ecuatoriana en lo que respecta a la preservación de su hábitat.
La basura que se está acumulando en Puná es solo la punta del iceberg que yace bajo la superficie y está perjudicando, además, al turismo, la pesca y el comercio de la isla. Pero es un problema nacional que requiere soluciones urgentes e integrales, que abarquen clasificar y procesar desechos, reciclar, reutilizar, reducir el consumo indiscriminado y, sobre todo, crear conciencia.