Otto Sonnenholzner es el candidato que espera que su carta de presentación como exvicepresidente sea suficiente para llegar a segunda vuelta. Un exvicepresidente que tiene su nombre ligado a un contacto cercano con la gente durante la pandemia, cuando el entonces presidente brillaba por la ausencia. Un vicepresidente que renunció a su cargo cuando los actos de corrupción y repartición empezaron a ganar titulares en los diarios. El único que vio su imagen subir, mientras que la del resto de sus compañeros decrecía. Decidió abrirse antes que lo arrastraran con él. Algunos pensaron que era para anunciar su candidatura en el 2020. No lo hizo. La pregunta que debemos resolver ahora es: ¿Será reconocido como un político que abandonó al país cuando más se lo necesitaba o como un hombre honesto que “se abrió” antes de que fuera muy tarde?

La mayoría de las encuestas ubican a Otto en segunda vuelta, con una diferencia con el tercero que no le permite soltar -ni por un minuto- las riendas. Busca llegar a la presidencia con una campaña que quiere posicionar tres palabras: “Paz, plata y progreso”. Imitando el exitoso “pan, techo y empleo” de León Febres Cordero. La diferencia es que esas tres palabras de Otto son más etéreas y por lo tanto más difíciles de recordar y posicionar, pues no representan un beneficio tangible para cada ciudadano.

Entre sus fortalezas está que es uno de los candidatos con mayor índice de reconocimiento. En una elección donde los tiempos dificultan darse a conocer, esto es muy valioso.

Su segunda fortaleza y tal vez la principal está en él mismo, porque transmite la seguridad que él siente en su capacidad de gestión y aparte -elemento valioso- irradia cercanía con la gente.

Otra fortaleza es que está solidificando cada vez más la idea de que es el segundo en las encuestas y por lo tanto la opción para combatir el correísmo. Esto es esencial, ya que gana así el famoso “voto útil”.

La debilidad de Otto está en que busca comunicar ideas abstractas (y variadas), lo que dificulta generar identidad; relacionarlo -y por lo tanto emocionarse- como el candidato de algo, de una idea, de un símbolo. Por ejemplo, después de la ola de inseguridad posterior al feriado, si bien Otto sí se pronunció al respecto de manera directa, su discurso se enfocó en otros temas y actividades. Diluyendo así la relación de Otto con una imagen en concreto. Con tanta competencia propaganda, no tener una identidad definida puede resultar perjudicial.

Entre las amenazas o las narrativas externas contra Otto, una que tiene fuerza considerable en primera vuelta, es que “abandonó el barco” cuando se hundía. Si llega a segunda vuelta, dos tendrán mayor fuerza: la primera es lo van a tratar de asemejar a Guillermo Lasso, para que se desconfíe de su capacidad de gobernar y la segunda se va a reforzar la conexión que tuvo con Lenin Moreno, ubicándolo en el inicio del “declive del Ecuador”.

¿Dónde está la oportunidad de crecimiento de Sonnenholzner? Si llega, estaría en la segunda vuelta electoral donde es más fácil construir una imagen concreta, al ser ya “el opuesto”, y al mismo tiempo una nueva opción, a lo que el correísmo propone. 

Politrends es un espacio que explora la actualidad nacional y las tendencias de la mano de una analista política millennial; con un enfoque moderno y actualizado. Ella es Irene Vélez Froment. Estudió en la Universidad Casa Grande y en la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) de Madrid. Es docente universitaria de materias relacionadas a la política. Escribió en EXPRESO por 10 años como columnista y hoy se reincorpora desde el análisis político y comunicacional de las campañas.