La Garzota. Los postes de alumbrado público roban espacio al caminante en este sector.

El peaton olvidado

Guayaquil adolece de falta de espacio para quienes caminan por sus vías. Las aceras angostas incumplen normativas y ponen en riesgo al ciudadano.

Salen del colegio Juan Montalvo pasado el mediodía. En grupos de cinco, de diez, de quince... A veces en fila india. No les gusta la acera que tienen, es demasiado angosta. Algunos temen a los vehículos, otros, los más atrevidos, se abren paso entre estos, exponiendo sus vidas. No tienen opción. En la Carlos Julio Arosemena, la peatonal no se hizo para el que camina.

La escena se repite en la Delta. También con estudiantes, esta vez universitarios. La acera mide 2,20 metros allí, pero si se le resta el bordillo y el espacio de los postes, queda apenas 1,6 de vereda útil para un área que sufre de aglomeración, y donde se han registrado ya desmayos de estudiantes por el tumulto, precisa el catedrático y urbanista Héctor Hugo, creador del Proyecto Delta, que pretende cambiar ese escenario.

El Plan de Ordenamiento Territorial de Guayaquil, capítulo Vial, dicta que el ancho de las aceras debe relacionarse con la intensidad del uso del suelo. En estas áreas, donde hay establecimientos educativos, la peatonal debería ser más ancha. EXPRESO consultó sobre este tema con el vocero del Cabildo, Jorge Rodríguez. Adelantó el jueves pasado que contestará la Dirección de Urbanismo, cuyo jefe es el planificador José Miguel Rubio.

El problema es latente. A la ciudad faltan semáforos para peatones, pasos cebras y, entre otros puntos, reestructuración de pasos peatonales más accesibles, apunta Alberto Hidalgo, fundador del movimiento Libre Actividad, que actualmente realiza la campaña de concienciación ‘El peatón es primero’.

“Es necesario rediseñar la ciudad y pacificar nuestras calles. Este mal aqueja mucho más a las personas con movilidad reducida. Hay demasiados obstáculos (aquello incluye bordillos que a veces alcanzan los 60 centímetros)”.

El planificador Carlos E. Jiménez lo reconoce. “El peatón es la última prioridad para los diseñadores urbanos. Siempre se priorizan los carriles para carros, pero se olvida al que camina, al ciclista, al minusválido, a padres con infantes que utilizan coches...”.

En Guayaquil hay lugares con aceras de un metro de ancho, precisa la urbanista Lisseth Mena, máster en ciudad y arquitectura sostenible. “Los postes de alumbrado o las señales de tránsito, en estos casos, obstaculizan completamente al peatón”. En otros, como en las avenidas principales de Los Ceibos, el espacio para el que va a pie, simplemente, desaparece.

La exedil Gina Galeano llevó al Concejo Cantonal estas preocupaciones en 2013. Advertía allí que la ciudad prefería al vehículo antes que al ciudadano. Hoy, cuatro años después, el escenario sigue igual.

“El diseño urbano desarrollado en Guayaquil se ha enfocado en lo ornamental, pero no se estructuran las vías como espacios públicos”, critica el experto Luis Alfonso Saltos.

Recuerda que el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat) propuso en 2014 el Planeamiento Urbano para Autoridades Locales. Allí se señala la importancia de aprovechar los beneficios de las calles bien diseñadas, resaltando que las aceras deberían cumplir con ciertas características, como ser suficientemente amplias, estar libre de obstáculos o, entre otros puntos, tener buena iluminación.

La lucha de Libre Actividad

El colectivo Libre Actividad promueve el respeto al ciudadano de a pie con una campaña denominada El peatón es primero. Alberto Hidalgo, su fundador, pinta, junto con los miembros, un simbólico peatón de blanco en intersecciones que considera peligrosas, que no tienen paso cebra o donde este está despintado. Harán propuestas a la ATM.

Ciudad soñada, en una tesis

El diseño de una idílica avenida Quito, que incluye ciclovía, arbolado amigable, pasos cebra definidos y aceras anchas, lo llevó a cabo la arquitecta Lisseth Mena, a propósito de su tesis de masterado en Ciudad y Arquitectura Sostenible. “Estamos invirtiendo para la gente que se moviliza en auto. Hay una gran iniquidad”, observa la experta.

La infraestructura de Urdesa tiene lineamientos correctos, pero falta mucho. En muy pocos sectores hay semáforos para peatones. Siempre se prioriza el vehículo.

Las áreas más frágiles para quien camine en Guayaquil son aquellas que carecen de sombra y de accesibilidad para personas discapacitadas. Hay que mejorar la calidad de vida urbana.

La problemática va más allá de los obstáculos que encuentran los peatones. Está relacionada a la falta de planificación y la necesidad urgente de un plan de movilidad sostenible.

En las nuevas obras se debe obligar a constructores a cumplir con un estándar más rígido que beneficie al peatón. Este debe ser trabajado por todos los municipios del Gran Guayaquil.