Los paraisos fiscales

Un comunicado que la Unidad de Investigación de El Telégrafo hiciera sobre la base de datos que el Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos (ICIJ por sus siglas en inglés) puso a disposición de la opinión pública en un reportaje publicado el lunes pasado -con más de 200.000 empresas de pantalla, “trusts” y fundaciones registradas en 38 jurisdicciones en el mundo-, Panamá encabeza la lista de países donde están domiciliadas empresas “offshore” vinculadas con Ecuador. Se han identificado en el caso 1.852 firmas, 928 directivos, 325 intermediarios y 617 direcciones registradas, siendo 14 los territorios en que están domiciliadas dichas compañías, de las cuales Panamá, Islas Vírgenes Británicas, Nevada, Anguila y Bahamas figuran en los 5 primeros lugares. Concordantemente, el Servicio de Rentas Internas (SRI) determina en unos $ 4.101 millones el patrimonio de los accionistas extranjeros domiciliados en regímenes fiscales preferentes, de los cuales el 60 % estaría en Panamá. De las jurisdicciones reconocidas por el ICIJ, solo Nevada (EE. UU.), Nueva Zelanda, Costa Rica, Uruguay, Reino Unido y Hong Kong no están identificadas por el SRI como paraísos fiscales.

El presidente de la República, al referirse al tema, en un conversatorio con los medios de prensa efectuado en Babahoyo luego de recorrer las zonas afectadas por el terremoto del l6 de abril, expresó: “Quien acude a un paraíso fiscal es para hacer algo que no le gustaría que conociera la sociedad, lo que de por sí ya es cuestionable. La solución de fondo, si el mundo, la humanidad, tienen algo de decencia; si la globalización capitalista tiene algo de ética, es crear una institucionalidad mundial para prohibir los paraísos fiscales”. Pero el mundo es mundo, y sabemos que eso no ocurrirá. Menos ahora que la derecha y el empresariado están retomando el control del poder en los países progresistas de Latinoamérica, como ocurre en Argentina y está empezando a suceder en Brasil, con el más cínico y elaborado golpe blando montado contra Dilma Rousseff.

Habrá que pensar en otras soluciones viables, en prohibiciones menos drásticas. Aunque sabemos también que para los dueños del capital nada puede ser más drástico que lo que afecte a su bolsillo.