Un pais sin leyes
‘Habemus’ Corte Constitucional. Bien. Pero: ¿‘habemus’ país? Y la respuesta es: no todavía. Que eso sea una realidad depende precisamente de la nueva Corte. Me explico: un país sin leyes no es un país. Y en el Ecuador no hay leyes desde que alias ‘Carlitos’ y su combo de estrellas comenzaron a hacerlas, por la sencilla razón de que entre todos ellos no había uno solo que supiera cómo hacer una ley. En mi artículo La dupla Rafi-Corcho, publicado en este diario el 9 de septiembre/2010, me refiero al proyecto de ley de control constitucional (!) del Ecuador: “El proyecto de ley... presentado por la Comisión... olvidó incluir la Exposición de Motivos que exige la Constitución Política de la República”. El art. 136 CRE dice: Los proyectos de ley... serán presentados... con la suficiente exposición de motivos... Si el proyecto no reúne estos requisitos no se tramitará”. Y el punto es que -salvo muy pocas excepciones como el COIP- todas las leyes se tramitaron así. Y el art. 424 CRE dispone que lo que viola la Constitución “carecerá de eficacia jurídica”. No produce efectos. Somos entonces, un país sin leyes. Esto no ha sucedido jamás. De ahí que el primer reto a afrontar por parte de la nueva Corte es único en la historia: cómo resolver la inconstitucionalidad de las leyes de la asnodécada. Bueno, no estamos ante una corte correísta. Eso abona el terreno de la esperanza. Y pese a que hay uno o dos colados que sacaron 12 en el examen escrito (de los cuales uno de ellos sabe de Derecho Constitucional lo que usted lector sabe de física nuclear), hay una garantía de solvencia intelectual y ética en la gran mayoría de los integrantes de la nueva Corte. En especial, en juristas de la talla de Teresa Nuques o del doctor Hernán Salgado, quien esperamos sea designado presidente de la misma. Porque este crucial aspecto de nuestra institucionalidad no puede ser soslayado por la -ahora sí- Corte Constitucional de la República del Ecuador. O seguiremos siendo un país que no puede sostener la validez de sus leyes ante cualquier empresa extranjera que desee invertir en él. Es decir, África