Hagamos un experimento: escoja cualquier publicación de Daniel Noboa. Lea los comentarios y cuente las veces que nombran a Nayib Bukele.

“Haga como hizo Bukele en El Salvador”, sugieren.

Daniel Noboa lo sabe. De ahí que nombre constantemente que el diseño de las dos megacárceles serán de los mismos planificadores que contrató Nayib.

¿Es posible aplicar un plan similar al que estamos tratando de emular? ¿Qué nos diferencia y asemeja a ambos países?

Nayib Bukele, empieza su Plan de Recuperación Territorial, 20 días después de haber sido electo presidente. Plan que formuló en fases.

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Una de las primeras fases fue “incursión”; que consistía en la movilización de policías y militares en territorios históricamente controlados por pandillas. La fase cinco se denominó “extracción”. Consistió en crear cercos militares en grandes ciudades para “extraer hasta el último terrorista de las comunidades”.

Existía un objetivo y un plan estructurado para cumplirlo. Dirección y orden. Cada fase está edificada en acciones, metas concretas, tiempos determinados y presupuesto definido.

Por ejemplo la fase 6, de “Integración”, en la que se encuentra actualmente, necesita una inversión anual de $ 30 millones.

Las ciudadanía las ha ido conociendo paso a paso, y así supo “para qué prepararse”.

En esto no nos asemejamos a El Salvador. Pareciera que la estrategia es que la política de seguridad sea atemporal y todo ocurra al mismo tiempo. 

Se sabe por ejemplo, que las Fuerzas Armadas están activas y que entienden a los grupos terroristas como “objetivos”, pero no con exactitud. Qué significa eso: ¿Van a detener solo a los que encuentran en una actividad delincuencial o se incluye también la neutralización de un criminal que ha sido identificado previamente?

Lo que sí tenemos en común es que en ambos países se necesitó un antes y un después. En El Salvador fue el 25 y 27 de marzo del 2022; el fin de semana más violento del siglo, con 87 asesinatos en 3 días. De forma inmediata por petición de Bukele, el Congreso aprobó el Régimen de Excepción de Emergencia, que suspendió los derechos de asociación y reunión, la inviolabilidad de las comunicaciones y el derecho a que la detención administrativa no exceda las 72 horas.

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En 5 meses del Régimen se reportaron 51.241 detenciones. El número de detenidos puede servirnos como referente de comparación. Según Bukele, el total de pandilleros en su país rondaba los 100.000. Eso significa que en los primeros 5 meses, detuvieron al 50%.

¿En qué nos asemejamos Ecuador y Salvador?

En haber decretado después de una experiencia traumática, una figura excepcional en el país.

En el apoyo con el que contaron ambas medidas en su institución legislativa. En otras palabras el respaldo político que necesitan las fuerzas del orden para actuar.

Y en la narrativa. A ninguno de los dos le tembló la mano en catalogarlos como “terroristas” (lo que permite cambios en la figura legal al momento de sentenciarlos), ni en decir que estamos en guerra.

El Salvador tuvo que decidir en un momento si respondería a los organismos internacionales como la CIDH. Es muy pronto para decirlo, pero si optamos por este camino, se deberá también decidir cuánta la agenda “pro derechos” influirá en la política interna de seguridad.

Entre los dos países hay otra semejanza: el apoyo masivo a sus propuestas, producto de la sed de justicia y seguridad. Existe, sin duda, un clima favorable para sacar (o mantener) su proyecto adelante.

La gran ventaja que tiene el Ecuador en esta comparación, es que Bukele no tenía camino, hizo camino al andar, y con eso nos delineó el sendero.