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Un vendedor de la armería ‘Ammo and Guns’ muestra un revólver a un cliente.EFE

El revólver, esencial como el papel higiénico en Los Ángeles

Un tribunal declaró inconstitucional el cierre de las armerías en los primeros días de la pandemia por considerar que daban un servicio clave

Las tiendas de armas de Los Ángeles (EE.UU.) consideran que durante la pandemia podían haber ofrecido un servicio tan esencial como el de una farmacia o un supermercado. Y un juez les dio la razón.

En el cosmopolita condado de Los Ángeles, con su cartel de Hollywood, casas de ensueño y playas atestadas de surferos, un tribunal federal de apelaciones declaró inconstitucional el cierre de las armerías y de los campos de tiro durante los primeros 48 días de crisis sanitaria.

La resolución del juez Lawrence VanDyke, encargado de dirimir el caso, se ampara en la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense, que protege el derecho de los ciudadanos a poseer y portar armas.

“Es la primera vez que se sentencia contra el Gobierno de un estado o un condado por limitar inconstitucionalmente este derecho, y puede sentar un precedente”, comenta por vía telefónica Ronda Baldwin-Kennedy, abogada defensora de las asociaciones proarmas en este litigio.

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Por el contrario, para Giffords, una organización dedicada a salvar vidas de la violencia con armas de fuego en EE.UU., esta decisión judicial, que también se aplica al vecino condado de Ventura (Estados Unidos), es “equivocada”.

Esa es la visión del director de Políticas de Giffords, Adam Skaggs, quien también la define como “extraña” al producirse en California, uno de los estados más estrictos en el control de armas.

En el conocido como estado dorado, para comprar una pistola se necesita pasar una prueba de tiro y obtener un certificado; aportar una identificación personal y un domicilio reconocido; y presentar una solicitud al Departamento de Justicia para que confirme que el comprador no tiene antecedentes penales.

El gobernador de California, Gavin Newsom (Partido Demócrata) llegó a afirmar que quiere prohibir las armas de asalto y que permitirá que particulares puedan demandar a fabricantes y vendedores de armamento de guerra.

Según el Archivo de Violencia con Armas de Fuego (GVA, por su siglas en inglés), 2020 fue justamente el año más mortífero por incidentes relacionados con disparos en las últimas dos décadas, con 43.000 fallecidos.

En las tiendas de armas todos conocen ya la resolución del juez VanDyke, no tienen interés en hablar con periodistas y se centran exclusivamente en atender unos negocios, que, debido a su reducida presencia, normalmente se encuentran abarrotados.

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La excepción a todo esto es Omar, un joven profesor de secundaria que en sus ratos libres se pasa a echar una mano en ‘Ammo and Guns’, una de las veinte armerías del condado de Los Ángeles.

“No sé si puedo decir esto, pero creo que nos trataban de joder”, dice Omar con un tono pausado que contrasta con la contundencia de sus declaraciones.

Una postura que sostienen con aún mayor vehemencia desde Firearms Policy Coalition (FPC), organización proarmas que llevó el caso hasta el tribunal federal de apelaciones y cuyo vicepresidente, Adam Kraut, afirma que el cierre se debió a las políticas de un “Gobierno autoritario” que usó la COVID-19 como “excusa para atacar” la Segunda Enmienda.

Omar y su compañero Nicolás, encargado de tareas burocráticas en la armería, hacen una mueca sutil cuando se les pregunta por los peligros que hubiera acarreado vender armas durante la pandemia a personas con problemas mentales derivados de esta.

“En el envoltorio del arma pone que no la uses si tienes problemas mentales, además nosotros les hacemos un par de preguntas antes... y si parecen raros, les negamos el servicio”, detalla Omar. Mientras, Nicolás prefiere retomar la conversación anterior. Ahí se siente más cómodo y vuelve a insistir: “Fue inconstitucional, la gente estuvo sin poder defenderse de criminales”.

“La gente empezó a ‘paniquear’, ni siquiera había papel higiénico; estaban desprotegidos”, aclara Omar, como si un tribunal no le hubiera dado la razón en parte también a él.

Y es que, si la pandemia vuelve a recrudecerse, un revólver será considerado como un producto de primera necesidad en Los Ángeles, tal y como lo es un rollo de papel higiénico.