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Ámsterdam. Pocas personas transitan una zona turística de esta ciudad, tras la orden de confinamiento estricto.Ramon van Flymen / EFE

Ómicron desdibuja los festejos del fin de año

Países Bajos entra en confinamiento, mientras España teme por una sexta ola.  Los contagios por Navidad preocupan en Europa

La imparable expansión de la nueva oleada de la pandemia de coronavirus en Europa, tras la entrada en escena de la variante ómicron, hace que el continente afronte las fiestas navideñas en un escenario de restricciones, incertidumbre, nerviosismo, advertencias y llamamientos a la calma por parte de los dirigentes públicos.

El estado europeo que llevó más allá el plano restrictivo fue Países Bajos, que ayer entró en un confinamiento que puso fin a toda actividad no esencial y que lo sitúa como posible modelo de vecinos en apuros que piensan en medidas contundentes, como el Reino Unido, cuyo Gobierno no descartó implantarlas antes de Navidad, o Alemania, que endureció las condiciones para la entrada en su territorio de viajeros procedentes de territorio británico.

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Por el contrario, Francia se opone al confinamiento y al cierre de la enseñanza presencial, cuyo mantenimiento considera imprescindible, y España muestra preocupación y cautela ante la sexta ola de la COVID y planea posibles mecanismos de actuación, cuya ejecución deja en manos de las comunidades autónomas. España reconoció ayer el “riesgo real” de la sexta ola de contagios de coronavirus, que avanza imparable. El presidente de su gobierno, Pedro Sánchez, pidió “intensificar” las medidas para frenarla.

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Rotterdam. Uno de los espacios públicos se observa vacío tras el endurecimiento de las medidas ante la variante Ómicron.Marco de Swart / EFE

El confinamiento holandés, calificado de “estricto” por el Gobierno, paralizó ayer, y hasta el 14 de enero, toda la actividad no esencial, cerró la actividad de los centros educativos y limitó a dos personas los grupos en exteriores y las visitas a domicilios, ante el temor de que ómicron sea la variante dominante en Países Bajos en máximo 10 días, y a pesar que los contagios diarios llevan más de una semana con tendencia a la baja.

La medida supone que solo podrán abrir los supermercados, las farmacias y las gasolineras hasta las 20:00, además de los servicios mínimos, pero no se aplica un toque de queda ni se prohíbe salir a la calle.

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En el Reino Unido, el ministro de Sanidad, Sajid Javid, expresó su incertidumbre ante los efectos de ómicron y, por ello, la necesidad de cautela después de que el Reino Unido registrase el sábado 90.418 nuevos casos, casi el doble que hace una semana. De momento, las autoridades impusieron recientemente la obligatoriedad de llevar mascarilla en el transporte público y espacios cerrados, así como de presentar un pase COVID para entrar en grandes eventos, que demuestre que una persona está vacunada o tiene test negativo.

Alemania, donde la incidencia acumulada de COVID-19 sigue bajando, considerará a partir de la medianoche de ayer al Reino Unido como zona de riesgo por variante del virus, lo que implica un endurecimiento de las medidas para la entrada en territorio alemán de personas procedentes de territorio británico. En una semana, la incidencia acumulada cayó de 390,9 nuevos contagios por cada 100.000 habitantes en siete días a 315,4, frente a 321,8 ayer y 372,7 hace un mes, según datos del Instituto Robert Koch (RKI) de virología actualizados la pasada madrugada.

Rusia, que registró ayer 27.967 nuevos contagios y 1.023 muertes por COVID-19 (con lo que se reafirma una tendencia a la baja y el retorno a los niveles de octubre pasado), informó de 25 casos de la nueva variante ómicron.