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Cada vez son más las madres que emprenden a lograr el ‘sueño americano’ con sus hijas pequeñas. Juan Manuel Blanco /efe

Las niñas migrantes viven aún una ruta más peligrosa

El riesgo al que se enfrentan para lograr el ‘sueño americano’ es terrible. Ellas sufren violaciones y maltratos

Las niñas migrantes, especialmente aquellas que viajan sin acompañamiento, enfrentan graves peligros en su ruta hacia Estados Unidos como las violaciones, los abusos y la trata, una tragedia que las organizaciones no gubernamentales buscan atender para dar una vida sin violencia a las menores de edad.

“Mi país está lleno de pandillas y son peligrosas, porque andan matando. E incluso un muchacho nos quería golpear”, cuenta ayer María, una niña salvadoreña de 11 años que utiliza este nombre ficticio por seguridad y es atendida por la ONG Plan International.

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Acompañada de su madre, la menor emprendió hace semanas un viaje desde El Salvador hasta llegar a la ciudad mexicana Tapachula, un punto intermedio antes de arribar a la frontera norte y, si se cumplen sus sueños, cruzar a EE.UU.

La región vive una ola migratoria de grandes dimensiones desde 2018, cuando salieron decenas de miles de personas en caravana desde Centroamérica hacia Estados Unidos, en un flujo hacia el norte que, pese a los intentos por controlar la problemática, no ha cesado. México deportó a más de 114.000 extranjeros en 2021, de acuerdo con datos de la Secretaría de Gobernación del país.

Además, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) recibió un récord de 131.448 solicitudes de refugio en 2021. De estos peticionarios, más de 51.000 son haitianos.

Para María, el viaje fue complicado porque lo hizo solamente con su progenitora. Con parcas palabras, fruto de la edad y también de la difícil experiencia, la niña explicó entre lágrimas que durante la ruta corrieron peligros y ella, por ejemplo, tuvo mucho miedo cuando caminando por las vías del tren durante varias jornadas escuchó ruidos que no sabía interpretar. La madre de la niña, Ana (nombre ficticio), explicó que huyeron de su país por las pandillas que les arrebataron incluso el poco patrimonio que tenían. Sin decirle a nadie salieron de su país caminando y de manera clandestina.

“Nos llevó alrededor de unos 15 días nuestra travesía, pero lo esencial era cuidar a mi hija y llevarla a un lugar seguro”, explicó la mujer. Todavía asustada por la delincuencia en su país relató que incluso llegando a México temieron por las pandillas.

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Tras cruzar la frontera con Guatemala llegaron a una pequeña comunidad mexicana. “Nos recomendaron ir al monte y gracias a Dios nos encontramos una persona que nos ofreció un lugar para pasar la noche”, relató la mujer.

Como la mayoría de padres y madres que emprenden la ruta acompañados de sus menores, el fin es lograr una mejor vida: “mi sueño es ver a mi hija triunfar, porque estamos en un país (México) que da oportunidades si uno las busca. Porque en nuestro país no se tiene nada de eso”.

Karla González, coordinadora de proyectos para Plan International en Tapachula, México, explica que muchos menores llegan a Tapachula con la salud mermada tras semanas de travesía, con dolencias que van desde la deshidratación a enfermedades mucho más graves. Allí desde hace meses hay falta de médicos, medicinas e insumos hospitalarios. “La niñez está llegando con encefalitis o incluso con algún tipo de discapacidad que requiere una atención mucho más adecuada, más integral”, apunta González.