Las últimas semanas la región latinoamericana ha atravesado procesos electorales que han provocado cambios de timón a sus gobiernos, donde principalmente los candidatos de centroderecha y derecha se han posicionado como los más opcionados para enfrentar los desafíos de la cosa pública. Incluso parece que Argentina tendrá el mismo destino por el hartazgo que su población está experimentando, dado que han llegado a verbalizar que “son Venezuela” por el racionamiento de alimentos y la escasez de gasolina, en un país donde hace pocas décadas eran potencia mundial.

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Pero estas elecciones no han estado marcadas por votos duros de confianza, ni se han caracterizado por la participación de una militancia ciega, sino más bien, parece que de alguna manera los ciudadanos han racionalizado su voto y han optado por promover el voto castigo. Castigo frente a los modelos actuales donde han primado las fuerzas del Socialismo del Siglo XXI, pero su pretensión de ostentar el poder indefinidamente ha creado una especie de repelente natural en los electores.

Tal es el caso de Colombia, donde el domingo se llevaron a cabo los comicios regionales para elegir a las 1.134 dignidades a alcaldes y gobernadores. Los colombianos que asistieron a las urnas no tienen preocupaciones distintas a las manifestadas por los ecuatorianos, ya que el voto fue conferido luego de responderse la siguiente pregunta, ¿quién es ese actor político local que podría solucionar los problemas de seguridad y economía familiar?

Los resultados electorales fueron diversos, esto quiere decir que no se concentraron en una victoria arrasadora de ningún partido, pero sí se pudo evidenciar el rechazo arrollador a la figura del presidente Gustavo Petro porque su partido perdió en todos los bastiones que aspiraban controlar. En las pérdidas también se encuentran lecturas políticas.

Uno de los resultados más comentados ha sido el de Carlos Fernando Galán en la alcaldía de Bogotá, quien además de ser hijo de Luis Carlos Galán, distinguido político, promotor del Partido Liberal colombiano y asesinado por orden de Pablo Escobar a finales de la década de los ochenta por su frontal lucha contra el narcotráfico, ganó con el 49 % de apoyo y desterró al candidato de Petro, quien no pudo obtener ni el 20 % de los votos.

Además, en las ciudades más pobladas de Colombia ganaron políticos que se definirán como verdaderos opositores a Petro y eso complejizará mucho más su rol desde la Casa de Nariño. En Medellín ganó el uribista Federico Gutiérrez (Fico), quien anteriormente corrió sin éxito por la Presidencia de la República, obtuvo el 65 % del apoyo popular. Asimismo, en Cali ganó Alejandro Éder, empresario de centroderecha, quien acaparó el 40 % de la votación y en Barranquilla, el resultado no sorprendió ya que con el 73 % de los votos mantiene su posición como alcalde Alejandro Char, luego de 16 años en el poder.

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Muchos analistas consideran que estos resultados locales son una especie de referéndum para Petro y es posible que esta sea una lectura adecuada, ya que el presidente se quedaría sin aliados en términos locales, además de estar envuelto en casos de corrupción que han mermado su reputación personal y política. Dependerá de las gestiones de los nuevos alcaldes y gobernadores los resultados de las elecciones presidenciales en 2026.

Petro: “Se abre un nuevo escenario”

El resultado de las elecciones de alcaldes y gobernadores celebradas en Colombia supone un revés para el Gobierno de Gustavo Petro, quien se ha mostrado dispuesto a trabajar con los nuevos mandatarios de otros signos políticos ante este “nuevo escenario”. “Se abre un nuevo escenario. Como presidente me relacionaré con todos los mandatarios locales”, aseguró Petro en un mensaje en la red social X. Parte de la fuerza del Pacto Histórico, partido de Petro, se ha desvanecido sobre todo en Bogotá, donde su candidato a la Alcaldía, Gustavo Bolívar, quedó tercero con 571.591 votos, una cuarta parte de lo que consiguió Petro el año pasado. EFE

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