
La mezcla toxica de aguas residuales
Futuro. En Vía al Sol se construirá un centro comercial de 36 locales. La directiva indica que el mall quiere que sus aguas se conecten con la ciudadela.
Que los centros comerciales de la vía a la costa puedan descargar sus aguas residuales en las plantas de tratamiento de las ciudadelas adjuntas a su establecimiento no es lo más recomendable, a juicio de los expertos.
Laguna Plaza, ubicado en el kilómetro 12,5 de vía a la costa, y cuyas oficinas de administración y doce locales de comida fueron clausurados por la Dirección de Ambiente del Municipio por incumplir precisamente con la calidad de sus descargas, dio a conocer -mediante un comunicado anterior- que entre sus posibles soluciones está la de interconectarse a la planta de Laguna Club. Una propuesta que sus residentes rechazan por temor a que, ante la llegada de más volumen, sean ellos los que colapsen y contaminen el ambiente.
“Desde junio del 2017 venimos solicitando a Interagua la factibilidad de conexión a la red de alcantarillado de Laguna Club, de la cual el centro comercial es parte. Nuestra carga representa menos del 5 % del afluente que actualmente procesa”, dijo la administración.
Respecto a esta posibilidad y teniendo en cuenta que al menos dos de las cinco plazas comerciales que se levantan en el sector están ya conectadas con las urbanizaciones, los expertos tienen reparos, ya que las descargas que provienen de un mall son completamente distintas a las de una vivienda. Las primeras vienen cargadas de sustancias tóxicas, químicos, grasas, entre otros.
“La contaminación que existe en las plazas comerciales puede modificar la calidad del agua y además, efectivamente, colapsar las plantas de aguas residuales domésticas”. Estas últimas, se supone, precisa el ambientalista Xavier Salgado, ya tienen una capacidad establecida, estudiada, aprobada por el Municipio. “Si reciben más volumen de otro caudal van a rebosar”.
El ingeniero José Lazo, experto en plantas de tratamiento, va más allá y explica que la unión de aguas residuales domésticas con las comerciales podría causar un choque perjudicial. “Un local comercial tiene grasas, aceites, detergentes, etc., y todo eso va a parar a la planta. Esa mezcla hace que las plantas entren en una especie de cortocircuito, porque afecta al tratamiento”.
La cantidad inesperada de población flotante, a decir de Lazo, es uno de los puntos más preocupantes en este tema de conexión, pues esta “puede ser en un momento dado hasta mayor que los propios habitantes de la urbanización”. Y recalca la importancia de que las aguas residuales tengan siempre un tratamiento inicial, es decir, que las plazas tengan su planta independiente.
Para Ilfn Florsheim, vocera de Interagua, en el caso de un colapso es más recomendable mejorar o reconstruir una planta. Florsheim se detiene en el caso de Laguna Plaza. Esta no puede unirse a la residencia -explica- porque fue levantada con parámetros de uso doméstico y para la cantidad de usuarios del vecindario. Unirse al mall, por lo tanto, les generaría una serie de secuelas: desbordamientos, malos olores. “Ellos tienen que mejorar su equipo...”, hacerlo más grande. No hay otra opción. Y Laguna Plaza contempla la idea.
Pero, ¿qué pasa, por ejemplo, con el centro comercial Costalmar que descarga sus aguas en la planta de la urbanización del mismo nombre, o de Blue Coast que desemboca en Portofino? Florsheim explica que con ellas no hay problema porque desde un inicio las ciudadelas solicitaron la factibilidad de sus plantas incorporando a los negocios. Esto es, que fueron edificadas teniendo en cuenta el número real de viviendas y de locales, incluidos los de comida, que son los que más descargas generan.
Sin embargo, estos dos centros comerciales sí han tenido que tomar medidas adicionales de tratamiento para evitar que sus aguas residuales contaminen las que llegan desde las viviendas de las urbanizaciones con las que colindan.
Alfredo Méndez es el administrador de Costalmar Shopping y asegura que jamás han tenido problemas de contaminación o desbordamiento de aguas servidas. Claro está que ellos trabajan con cuatro cisternas de grasa que tratan de forma primaria el agua. ¿El fin? Enviar las descargas lo más limpias posibles. “Para no darle más trabajo a la planta de la urbanización, hacemos mantenimiento extra a nuestras trampas de grasa por medio de hidrocleaners y otras dos empresas cada uno o dos meses para facilitar el proceso”, explica.
Méndez hace énfasis en que tampoco han superado el número de establecimientos de comida previstos desde el inicio. “El Municipio nos dio el cupo de que trabajemos máximo con 14 restaurantes y así lo hemos hecho. Todos están en la parte baja. Hemos recibido la oferta de instalar más, pero no. Queremos evitar problemas”.
En Blue Coast, en cambio, tienen un sistema de revisión del drenaje primario. Es decir, personal de la administración del centro comercial se encarga de inspeccionar a diario que las trampas de grasa de los locales de comida no tengan exceso de grasa o basura y si eso pasa, pide a los dueños de los comercios que las limpien antes de que el agua vaya hacia la planta de la urbanización Portofino.
“Tuvimos problemas al inicio, en 2012. Un local de pizza botaba bastante harina y grasas y empezó a contaminar la planta de tratamiento. Portofino nos notificó y nos dijo lo que teníamos que hacer para evitar esa situación. Ahora ese establecimiento ya tiene dos trampas de grasa. Cuando vemos algún colapso de trampas notificamos inmediatamente”, precisa Peggy Morales, administradora de Blue Coast.
La encargada menciona que estos problemas no ocurrirían si el sector estuviera conectado al sistema de alcantarillado de la ciudad.
Con ella coincide la abogada Inés Manzano, especialista en derecho ambiental. “Han decidido priorizar el desarrollo inmobiliario urbano que el control de las aguas residuales. La planificación no va de la mano con los servicios básicos, hay falta de recurso humano que controle y falta de inversión en alcantarillado”, acota.
La experta apunta a la falta de inspección del Municipio como la causa más grave de la contaminación, pues este, por medio de su empresa de agua potable y alcantarillado, “no tiene la capacidad de control. Ese tema se desbordó”.
En el kilómetro 14 de la misma vía asimismo existen quejas por la fetidez que existe en los alrededores de un supermercado. Los trabajadores que lo integran aseguran que los malos olores se perciben al interior de los establecimientos. Ellos solicitan, al igual que los residentes, que Interagua o el mismo Emapag, que controla al consorcio, tenga más control con las plazas.
Siempre apesta, incluso hay un canal con agua verdosa, manifiestan. “Desconocemos si el olor está relacionado con el mall o si proviene de las plantas de las ciudadelas aledañas. Sea cual sea el caso, necesitamos ayuda. No por este ‘inconveniente’ vamos a perder clientes”, dijo una de las vendedoras que solicitó no se publique su nombre.
Un poco antes, junto a la urbanización Portal al Sol también hay un centro comercial que, aunque no pertenece a los dueños de la ciudadela, cuando se construyó la empresa que diseñó la planta de tratamiento doméstica recomendó a la directiva no permitir que los residuos del establecimiento lleguen hacia su sistema de aguas servidas.
“Nosotros hicimos las implementaciones de acuerdo a lo que solicitaba Interagua y Medio Ambiente. Es una planta pequeña, pero el agua tratada la reutilizamos en el sistema de riego”, precisa Mario Mórtola, administrador de la plaza. Y aunque las aguas no se vierten en ningún canal ni van a una planta compartida, asegura, sí pasan por dos filtros antes del tratamiento definitivo.
Los controles son permanentes
Emapag, a través de la concesionaria Interagua, aclara que pese a que las plantas de tratamiento de centros comerciales, así como de urbanizaciones no receptadas, constituyen bienes privados ajenos al manejo de sus operaciones; Interagua realiza controles periódicos de acatamiento de las normas ambientales en sus descargas. Cuando hay incumplimientos -como pasó con Laguna Plaza- se reporta a las autoridades. En el caso del centro comercial se supervisarán los trabajos en la planta de tratamiento, cuyo compromiso, manifiesta, se resume en la ampliación de la planta. Esto es parte de su accionar como ente regulador, ha dicho a EXPRESO la dirección del organismo. En el caso de las ciudadelas (incluidas las que están interconectadas con las plazas), los controles asimismo son permanentes. Emapag, que respondió estas inquietudes vía mail, no aclara si la solución a los malestares acabaría, como lo piensan los habitantes, una vez que el entorno se conecte a la red de alcantarillado. No especifica si cabe la idea de que, pese a que hoy no les corresponde, las plantas de los malls puedan a futuro ser supervisadas por ellos, un anhelo que en su momento, por ejemplo, lo dio a conocer Laguna Plaza.