Sobre todo ser maestros y no politicos
la actual situación de la educación en el mundo vive un proceso de cambio y transformación: científico, tecnológico y psicopedagógico. Ahí es distinguible lo que se refiere a los contenidos, métodos, técnicas y procedimientos modernos que mejoran la enseñanza-aprendizaje y que antes no eran considerados como básicos para el ejercicio docente.
Otro aspecto, y por cierto importante como el anterior, es la consideración de que “el maestro por sobre todo debe ser maestro”: con mística, capacidad, cientificidad, pedagogía y didácticas modernas, y una entrega permanente en lo material, espiritual y moral, para ser considerado no solo profesor de asignaturas sino “maestro”, educador de espíritus, formador de ciudadanos cívicos que tengan firmes valores éticos.
Sin embargo, hoy algunos regímenes y gobiernos consideran que estas dos tareas básicas que estructuran el ser y hacer de los maestros no son las fundamentales sino el que sean políticos que formen políticos. En otras palabras, hay quienes creen que la piedra angular de la enseñanza-aprendizaje es la política y no la transmisión de conocimientos, la construcción humana, social y cívica del ciudadano comprometido con los valores trascendentes de la humanidad: libertad, solidaridad, fraternidad, respeto, tolerancia, acciones incluyentes, etc.
En Latinoamérica y en nuestro país, la Unesco hace evidente que la tarea básica del maestro es trabajar por una educación incluyente, de calidad, apegada a la ciencia y a la tecnología, que además dota a los educandos de habilidades y destrezas para vivir y sobrevivir en un mundo de quiebra de valores, corrupción y continuo debilitamiento de la ética -individual y social-, para construir una sociedad de ciudadanos libres, honrados y honestos.
Cuba y Venezuela son ejemplos de cómo y cuánto la comprensión de la educación y del compromiso de maestro para que sea político y labore para hacer políticos, militantes y activistas ha sido un gran fracaso. Asimismo, es prueba evidente de cómo y cuánto la libertad de los padres de familia para formar a sus hijos en los contenidos y principios que ellos consideran adecuados es violentada en niños y jóvenes. Por eso pensar en emular esos fracasados ejemplos puede constituir un verdadero desatino para el maestro, la educación, los educandos y la sociedad.