“La lucha feminista: debemos luchar por la igualdad entre mujeres, primero”.

La lucha de las mujeres ha sido insistente a lo largo de la historia, no solo se ha asignado un día internacional para conmemorar esto, sino que también tiene un color que la identifica. Existe más de un “porqué” para la lucha, sin embargo cuando llegamos al “para qué”, es que comienzan las discrepancias entre mujeres, pues no es desconocido que varios colectivos de mujeres han construido sus propias agendas, invocando temas que desunen de la lucha a otras mujeres que mantienen otras agendas o aquellas que comprendieron al feminismo como la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres.

Cuando invocamos la necesidad de igualdad entre géneros, miles y miles de mujeres y hombres se suman a la reflexión y es cuando más cerca estamos de que el sistema patriarcal que maneja los roles, caiga. No obstante cuando en nombre del feminismo mujeres golpean a otras mujeres, las insultan o menosprecian por no coincidir con sus agendas, entonces estamos frente a un autoboicot de la lucha “por la igualdad”.

Si queremos igualdad entre hombres y mujeres, debemos luchar por la igualdad entre mujeres, primero. La igualdad no es homogenizar el pensamiento ni las condiciones de vida, sino crear oportunidades para aquellas que no las han tenido, ser apoyo para las que han sido víctimas de violencia machista, informar sobre sus derechos a cada una de las mujeres pero jamás imponerles nada, pues es el sistema patriarcal el que nos ha impuesto por décadas una forma de pensar, de actuar, de vivir, incluso de sentir, y estaríamos cayendo en el mismo colosal equívoco si en nombre del feminismo se impone un formato de pensamiento, actuación, vida o un formato de insensibilidad frente a la realidad de otras mujeres.

La disputa entre nosotras es la telaraña que sostiene al sistema patriarcal, culpable de la violencia de género en todas sus formas, por lo que hermanarnos y cruzar del deber ser de la sororidad al ser de ella, es la manera que tenemos de empuñar juntas el “se va a caer”.

Al volver al “porqué”, podemos ver que son tantos y aun así, no sobran, no hay una sola razón de más por la que las mujeres debemos luchar para conseguir la igualdad real frente a los hombres, de tal suerte que no podemos abandonarla; sería traicionar lo que somos y a quienes lucharon antes que nosotras por lograr el voto, ser elegidas en dignidades de elección popular, espacios en el poder, educación en todos los niveles, acceso a medicamentos, usar pantalones sin ser llamadas “machonas”, igualdad salarial y tantos otros logros que en muchas partes del mundo se ven como meras utopías. De ahí que la lucha debe ser unificada, llevada sin egoísmo, sin ánimo de protagonismo, sin politizarla, sin regalarla a una tendencia o ideología política; la lucha feminista debe ser generosa, capaz de romper argumentadamente los estereotipos y roles, debe ser sin violencia y desde todos los rincones en los que nos encontremos.

María Cristina Kronfle Gómez