
“Finalin pone la mira al mercado andino”
Juan García Mancero es parte de esa tercera generación que sigue empujando el crecimiento de Finalín, marca que revolucionó el mercado farmacéutico nacional y que continúa vigente.
Con orgullo lleva el mismo apellido de su abuelo y con esmero ayuda a cuidar el legado que dejó en los años 50. Juan García Mancero es parte de esa tercera generación que sigue empujando el crecimiento de Finalín, marca que revolucionó el mercado farmacéutico nacional y que continúa vigente. Un crecimiento que se sigue proyectando en nuevos nichos locales y, muy pronto, en el mercado internacional. El reto, dice este quiteño de 40 años, ha sido mantener joven y moderna una marca legendaria que nació en Ambato de manos de su abuelo Gabriel García Mogrovejo, a quien califica como “un doctor, científico, político, artista y medio genio”. Fue un trabajo que inició sobre todo en el 2005, cuando Prophar S. A., empresa que fabrica el medicamento, se propuso diversificar las funciones de esta marca madre. Un proceso que ha venido acompañando primero como gerente de producto y ahora como gerente de mercadeo.
Fue así como esta tableta grande, rosa y recubierta en celofán fue mutando su presentación, pero también sus objetivos. “Hemos trabajado mucho en investigar lo que requiere el consumidor, en introducir nuevas líneas”: de la tradicional Finalín Forte (para el chuchaqui y dolor de cabeza) se creó Finalín Gripe, Finalín Niños, Finalín Fem y, ahora, Finalín Muscular, el último lanzamiento de este año. García, un licenciado en Marketing y máster en Administración de Empresas, graduado en Australia, explica que en los últimos cinco años la marca ha debido invertir cerca de $ 5 millones para impulsar su producción, que al año llega a más de 100 millones de tabletas y casi medio millón de presentaciones pediátricas como suspensiones, jarabes y gotas. Cada invención requiere de investigación de mercados, fórmulas, adquisición de tecnología y maquinaria. “Con cada producto que sacamos necesitamos al menos de unos tres a cuatro años para ver lo que requiere el cliente, para formular el producto desde cero, hacer pruebas de estabilidad, tramitar registros sanitarios y hacer el trabajo de promoción y publicidad”. El plan, a corto plazo, incluye el lanzamiento de dos nuevos productos, pero también dar un gran salto: hacer que Finalín, “al fin”, haga conocer su fama y éxito. García señala que es un sueño que ansían alcanzar en cinco años. La mira está puesta en mercados andinos, como Colombia y Perú.