Latinos invierten en Miami para asegurar su visa

Cada vez más latinoamericanos se deciden a invertir en Florida, especialmente en los sectores de construcción, salud y gastronomía, como una manera de asegurar su estatus migratorio y el de sus familias.

Cada vez más latinoamericanos se deciden a invertir en Florida, especialmente en los sectores de construcción, salud y gastronomía, como una manera de asegurar su estatus migratorio y el de sus familias.

El incremento es continuo, especialmente con inversionistas de Brasil, Colombia, México y Venezuela, que aprovechan los cupos disponibles de la visa de inversionista EB5, explicó Julián Montero, abogado de Derecho Comercial Corporativo Internacional.

Hace dos años el ingeniero civil Juan Soto encontró en ese programa oficial la oportunidad de emigrar de México “legalmente y teniendo los derechos que todo ciudadano quiere detentar en Estados Unidos”.

El mexicano fue uno de veinte inversionistas de un proyecto de oficinas en Miami, con el que ya obtuvo la residencia provisional para él, su esposa y sus dos hijos, que para la fecha debían ser menores de 21 años.

“Si tienes una persona experta que te oriente en un buen proyecto y con un buen desarrollador, el riesgo es mínimo, realmente no tienes que hacer sino la inversión”, aseguró.

A través de “centros regionales”, regulados por el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE. UU. (Uscis), inversionistas como Soto se conectan con proyectos empresariales ávidos de financiación.

Roger Bernstein, a cargo de uno de esos centros en Miami, dijo que Florida es uno de los estados que está recibiendo más capital de EB5 en los últimos cinco años y ocupa el tercer puesto después de Nueva York y California.

El abogado “recluta” actualmente inversionistas EB5 para expandir negocios culinarios, específicamente busca financiación por un total de 20 millones de dólares para dos proyectos encaminados a abrir nuevas sucursales de los restaurantes Tap 42 y Meat Market Steakhouse en el sur de Florida.

En 2008 los fondos EB5 fueron una “alternativa” a la financiación bancaria para el empresario venezolano Rodrigo Azpurua, que se vio en apuros para emprender un proyecto inmobiliario durante la crisis hipotecaria en Estados Unidos.