Entre los ecuatorianos ronda un pregunta: ¿cómo o por qué el país llegó a un punto de aparente no retorno? Inquietud fundamentada en los recurrentes casos de presunta corrupción, la escalada ola de violencia en las calles y el progresivo deterioro de los servicios públicos. Todo renovándose semana a semana.

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Aunque este no es un mal que solo ha padecido el Gobierno del presidente Guillermo Lasso, según la excandidata presidencial Ximena Peña, su régimen sí tiene un componente adicional: una promoción de más de 10 años en que el ahora mandatario planteó posibles soluciones a los males que, con sus bemoles, aún persisten en el país.

“Hay improvisación del presidente Lasso”, sostiene Peña e indica que las muestras sobran: creación de carteras de Estado sin un plan detrás, ruptura de sus puentes políticos por acusaciones endebles, nombramientos sin credenciales y demás temas que se han dado en sus casi dos años de gobierno. “Esta es una factura que la asume el país entero”, señala Peña.

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Sin embargo, para el consultor político Pedro Donoso, la situación del país y las aparentes improvisaciones del mandatario tienen su génesis: “Uno era el Lasso candidato de primera vuelta, otro el de segunda vuelta y otro es el sentado en Carondelet. Esa mutación fue cambiando la hoja de ruta que también fue dinamitando el plan inicial del ahora presidente”.

Cambios que “hacen difícil conceptualizar al Gobierno por las decisiones de cualquier índole que toman”. Entre estas, según recuerda Donoso, está la reforma tributaria, el aumento del sueldo básico, la condonación de deudas, entre otras decisiones más que dan cuenta de un régimen sin identidad propia y que terminó siendo reactivo.

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Sin embargo, Donoso añade un elemento más, el contexto en que Lasso asumió la Presidencia de la República: “Tuvo que administrar el desmantelamiento del Estado que heredó de Lenín Moreno. Son figuras liberales que han tenido que jugar con reglas de Montecristi, ajenas. El correísmo las cambió cuando fue poder y no estaba cómodo”.

Esto, según replica la excandidata presidencial Ximena Peña, de ninguna manera justificaría que, en el ejercicio del poder, el presidente Lasso no tome las decisiones necesarias. “Estuvo en campaña 10 años. Distinto es que haya llegado a Carondelet sin un equipo ni un proyecto político; y sea incapaz de sostener una visión”, sostiene.

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Por su parte, el analista político y docente de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), Pablo Medina, señala que la ‘sensación’ de que el Gobierno improvisa sus decisiones radica en la ausencia de políticas de Estado que una todos los esfuerzos aislados del régimen del presidente Guillermo Lasso.

En ese sentido, Medina destaca que hay apuestas del Gobierno, al menos en el ámbito de los nombramientos, que han salido bien y otras que han salido mal. Los ejemplos más recientes son los de Diego Ordóñez, exsecretario de Seguridad Pública y del Estado; y Juan Carlos Holguín, exministro de Relaciones Exteriores.

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En agosto de 2022, el primer mandatario designó a Ordóñez como titular de la flamante Secretaría, luego de que él se viniera desempeñando como consejero de Gobierno y, antes de eso, como asambleísta oficialista del movimiento político del presidente, Creando Oportunidades (CREO).

Dicha entidad asumió la elaboración de políticas públicas, planificación y coordinación de acciones en materia de seguridad, sin embargo, casi ocho meses después de su creación, según continúa Medina, la Secretaría no ha generado los resultados esperados, al menos no visibles, y esto abona a la sensación de improvisación del régimen.

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“Ordóñez no tenía ninguna credencial para asumir la Secretaría”, destaca Medina y recuerda que la seguridad ha sido uno de los ámbitos más complicados para el Gobierno y en el que se han tomado una serie de acciones que aún no muestran resultados para la tranquilidad de la ciudadanía en general.

Situación distinta con otra de las apuestas del presidente Guillermo Lasso: las relaciones exteriores del país. En enero de 2022, tras la salida de Mauricio Montalvo, el exempresario deportivo y excandidato a la Alcaldía de Quito, Juan Carlos Holguín asumió como canciller de la República. Cargo que ejerció hasta el 1 de abril de 2023.

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“Más allá del principio ideológico que seguía, a Holguín no le fue mal al frente de la política exterior del país”, sostiene Medina, aunque reconoce que esta cartera de Estado “no está tan bajo la lupa en la política interna” y que le funcionó el trabajo coordinado con Julio José Prado, ministro de Producción.

Estas ‘islas de gestión’, según explica Medina, dan cuenta de que no existe una política pública generalizada que una los diferentes esfuerzos del Gobierno y esto hace que el presidente Lasso supla esos huecos con improvisaciones reactivas que no siempre le generan resultados positivos.

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En esa misma línea, el consultor político Pedro Donoso señala que el problema no empieza ni termina por las personas que asumen estos espacios de poder, sino por la falta de estrategias, hojas de ruta y claridad en las políticas públicas que tienen para hacer que cada uno de ellos sume a una visión general.

Esta prueba y error del Gobierno Nacional, según indica la excandidata presidencial Ximena Peña, generan un costo incalculable para los ecuatorianos que, pese a la serie de acciones del primer mandatario, continúa con miedo por la violencia en las calles, en su mayoría está desempleado y carece de servicios públicos de calidad.

Un costo que para Pablo Medina no solo se mide con las muertes diarias en el país, sino por las afectaciones en la vida de los miles de personas que se encuentran en la incertidumbre de si las cosas podrán mejorar la próxima semana.