Lugar. Inicialmente, este tramo de la Carlos Julio Arosemena tenía ambos carriles a la misma altura.

Historia de un desnivel

El kilómetro 1 de la Carlos Julio Arosemena sufre de recurrentes grietas a causa de una falla. Al inicio los dos carriles de la vía estaban a la misma altura

La mayoría de los guayaquileños que transitan a diario por el kilómetro 1 de la avenida Carlos Julio Arosemena quizás no sepan que alguna vez los carriles de ida y vuelta ubicados frente a la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil estuvieron situados al mismo nivel de altitud.

Quizás tampoco sepan que las grietas y hundimientos que en los últimos años habían aparecido en este sitio no son solo de ahora, sino que han sido recurrentes en esa avenida desde su construcción, en los años 60.

La semana pasada, el Municipio de Guayaquil colocó, por enésima vez, una capa de asfalto sobre ese tramo, pues con la fuerte estación lluviosa de este año nuevamente las grietas, algunas con desniveles de más de cinco centímetros, se extendían a lo largo de unos 100 metros.

Pero el problema volverá a aparecer porque la causa permanece allí, debajo de la capa de asfalto, pues se trata de una falla de estabilidad del talud, según señala el ingeniero civil guayaquileño y doctor (PhD) en ingeniería geotécnica e ingeniería sísmica, Roberto Luque Nuques.

Según el diccionario de la lengua, una falla “es una fractura de la corteza terrestre, acompañada del deslizamiento de uno de los bordes”. En el campo de la ingeniería geotécnica, la definición es más técnica y detallada.

En el citado lugar, esa falla produce un doble movimiento hacia abajo (hundimiento) y hacia la orilla del estero.

Roberto Luque recoge a su vez los trabajos de diagnóstico de la falla que en su momento desarrollara su abuelo, el ingeniero civil Jorge Nuques Cobo, cuando a mediados de los 60 e inicios de los 70 las rajaduras en ese tramo amenazaban con inhabilitar o cortar la vía.

Hay diversos factores que inciden, según detalla el ingeniero Luque. Entre ellos, una capa de arcilla de baja resistencia que en épocas de lluvias intensas pierde aún más resistencia por efecto del agua. Por ese motivo se observan mayores deformaciones en la llamada estación ‘invernal’.

Otro factor que cita Luque es la cantidad de relleno y pavimento utilizados para arreglar las deformaciones, lo que genera una sobrecarga cercana al talud natural del estero, poniendo en riesgo su estabilidad.

Y, como han indicado las entidades encargadas de estudiar el clima, la estación lluviosa de 2017 ha sido una de las más fuertes en los últimos 20 años.

Como solución, en la década del 70, Jorge Nuques planteaba varias posibles opciones. Entre ellas, reubicar la avenida, bajar el nivel de la calzada, construir una berma lateral o controlar el drenaje superficial y subterráneo.

Pero lejos de ser reubicada, la Carlos Julio Arosemena, conocida desde entonces como vía a Daule, se convirtió en los años 70 y 80 en la principal salida de Guayaquil hacia los cantones del norte y este de Guayas y las provincias de Manabí y Los Ríos. (Santa Elena aún no era tal).

Quizás por la alta carga vehicular y los efectos de las lluvias anuales, reaparecían las grietas y el hundimiento de ese tramo se volvía más frecuente; al punto que en los años 80, el carril cercano al estero debió ser reconstruido a una altura menor.

Ese desnivel, separado por un muro, se mantiene hasta ahora.

Con ese antecedente, cuando se construyó el Parque Lineal del Salado, que corre paralelo a ese carril, se utilizó un material menos pesado, como el poliestireno. Pero ello no impidió que con los años, ese paseo también empezara a presentar grietas y desniveles. Luque sugiere que puede tratarse de la misma falla.

Las aberturas más notorias eran, sin embargo, las de la calzada de la avenida, por lo que el Municipio una vez más debió resanarlas con asfalto. Pero, como lo anticipa Luque y lo corrobora la historia de este desnivelado tramo, las grietas y hundimientos ya volverán a aparecer.