La Funcion Ejecutiva
El presidente de la República en su calidad de tal dirige y ejerce la Función Ejecutiva de la administración pública del país, la cual exige la preparación académica adecuada, como la tenía el expresidente Rafael Correa, economista y catedrático universitario, sin que ello deba ser un requisito indispensable para calificar a una candidatura presidencial, aunque quizá lo debiera. Desde luego, un adecuado sistema de control gubernamental en ese ámbito y un eficiente equipo de colaboradores: ministros, funcionarios y servidores públicos, constituirán siempre la base de una buena administración de la cosa pública. Pero la principal labor del primer mandatario del país será la elaboración de planes y proyectos de inversión pública cuya cuantía y prioridad estén marcadas por las necesidades de la comunidad y el espíritu de equidad y solidaridad con los más necesitados, planteamientos que parece tener claros el presidente Lenín Moreno y que debe comenzar a ejecutar, cesando su interminable política de diálogo y estrechones de manos. Y sobre todo, cuidándose de reincidir en su prurito de criticar cualquier obra emprendida por su predecesor, por tener muy diferentes visiones de las prioridades o magnitud de la obra pública, y lo que es peor, de contrariar las decisiones del expresidente en el campo de la economía, como la entrega a la banca privada del manejo del dinero electrónico, a lo que Correa se opuso, o el levantamiento de ciertas restricciones a las importaciones, que los empresarios han celebrado eufóricos, mientras por otra parte promete cumplir sus ofertas de campaña sobre vivienda y elevación de pensiones jubilares o subsidios, sin que aclare en qué forma va a cubrir esos incrementos.
Gobernar, señor presidente, es mucho más difícil que exhortar o motivar a la gente para que sea respetuosa de sus obligaciones y a los servidores públicos para que cumplan con honestidad sus funciones, absteniéndose de caer en la corrupción y el peculado. Supone asumir la tesitura del más alto mandatario del país, olvidando su inclinación al “show” populachero, peor aún cuando lo combina con recursos de la farándula del peor estilo, que casi siempre terminan con una inapropiada referencia al expresidente Correa, al cual parece tenerle una larvada antipatía.