Emoción. El nuevo presidente de la FIFA, Gianni Infantino, celebra tras su elección durante el Congreso Extraordinario de la FIFA en el Hallenstadion de Zúrich, ayer. Su triunfo se consolidó con los votos en la segunda tanda.

La FIFA de Infantino

La nueva cancha está lista y las reglas del juego son más claras. A partir de ahora dependerá de la aplicación del suizo, de origen italiano, Gianni Infantino, para que la FIFA recupere su credibilidad mundial.

Infantino fue electo ayer como el nuevo presidente del organismo, sacudido en los últimos meses por escándalos de corrupción.

Él contará con una nueva estructura administrativa, aprobada con 179 votos a favor y 22 en contra.

Una de las reformas que más le ayudará se basa en la separación de las decisiones políticas de las económicas.

El Consejo de la FIFA, que reemplazará el Comité Ejecutivo, no tendrá injerencia en los asuntos comerciales. De ello se preocupará el secretariado general. Además, paralelamente existirá una comisión independiente encargada de auditar todos esos movimientos.

Infantino aseguró que si bien los cambios estructurales ayudan a tener una gestión transparente, todo dependerá de la función de los directivos.

En un discurso incluyente, Infantino recordó todas sus propuestas de campaña, como incluir en la secretaría general a un africano y buscar un Mundial con 40 participantes.

Si bien no mencionó al suspendido Michel Platini en su discurso, después aclaró que durante todas las elecciones lo tuvo en mente. De él, aceptó, aprendió mucho.

Pero de paso, trató de marcar una distancia. Según él, no quiere que lo consideren como un directivo europeo. Intenta mostrarse como un dirigente global, dispuesto a designar el 25 % de los ingresos de la FIFA a proyectos para el desarrollo, independiente del continente donde sea requerido.

Infantino, ganador con 115 votos en la segunda vuelta, tendrá como misión el separar a la institución del medio centenar de investigaciones, abiertas a exdirectivos por la venta de derechos de transmisión de eventos deportivos.

También, convencer de su proyecto deportivo y social a los 92 países que votaron por sus rivales de campaña en la tanda definitiva.